History, Wonder Tales, Fairy Tales, Myths and Legends Principales Leyendas, Mitos y Cuentos Chilenos | Page 93
un tiempo para aclimatar su cuerpo a esta nueva agua, muy salada y picante.
Pero, muy felices empiezan a descubrir todo un mundo de nuevos amigos.
Curiñancu y el Chaiwa están contentos, a pesar de todo. La gaviota marinera y la
nutria les dan la bienvenida, además de la cholga y los locos que están aferrados
al roquerío. Ellos van saludando a todos los que ven. Saludan a la jaiba con su
elegante caminar; a la tortuga con su inmensa caparazón a cuestas, su lento
caminar y tierna mirada; a las truchas y jureles. Conocen al pez volador, que les
ha presentado al pez luna y al pez sol y a la sierra. El calamar se ofrece como
voluntario para impulsar el bote y darle velocidad, mientras el Chalwa se ríe de
los notables bigotes de su amigo el lobo marino. Una foca saluda a los recién
llegados, mientras que un delfín ha empezado a saltar junto a su wampu.
Curiñancu saluda amablemente a la ballena austral, y en sus ojos ve las lagrimas
y la melancolía de quien ha perdido a muchos de sus familiares por la salvaje
persecución del hombre civilizado.
Más allá vuela el pelícano, que los detiene y le dice a Curiñancu que vuelva
rápido a su tierra porque hay allí contaminación. En las grandes extensiones de
mar hay esparcidas negras aguas, donde cientos de peces mueren por el petróleo.
Liquidan sus pulmones y mueren lentamente con sus cuerpos ennegrecidos y
pegajosos.
Pero, lamentablemente, la advertencia ha sido muy tarde. Curiñancu encuentra a
su amigo Chalwa moribundo en la superficie del agua (Grande ha sido el pago
por conocer otras tierras, por conocer otros mares-, piensa).
-Yo te llevaré a la tierra, querido amigo Chalwa. Debemos hallar alguna solución
a tu enfermedad.
Al depositar a su amigo en el suelo, Curiñancu anhela tener sus alas de águila
para poder llevarlo donde alguna machi (curandera sabia de la cultura mapuche).
Con este deseo, por un instante Curiñancu cierra sus ojos aguiluchos y empieza a
sentir cómo la basa del viento lleva su espíritu hasta el Nahuelbuta. Allí existe un
ñankura (piedra del águila) donde los más poderosos jefes mapuches enterraban a
sus seres queridos en un eltun (cementerio). Recuerda Curiñancu que allí crece
una planta resucitadora de los moribundos el latue-, que debe usarse sólo antes de
que se le aleje el espíritu al enfermo. En tanto, su amigo Chalwa aún mueve su
cola, dando así señales de vida.
Curiñancu se arrodilla y pide a Chau Dios, creador de todo el universo, que por
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