History, Wonder Tales, Fairy Tales, Myths and Legends Principales Leyendas, Mitos y Cuentos Chilenos | Page 139

La Viuda de la recta en automóvil. A principio de siglo, una mujer que fue asesinada por su esposo, espeluznó por años a todo varón "mal entretenido". Francisco Rodríguez, más conocido como el "Gordo del bar", era dueño del primero, único y último hotel de Cerrillos. "Hotel y Bar El Criollo", se llamaba el negocio de la década del veinte. Tenía una cantina que atendía los 365 días del año hasta altas horas. Frente a la plaza, era el lugar preferido de los parroquiano. Allí disfrutaban, de unos vinos y de la música que salía de una "moderna" vitrola a cuerda primero, y luego, en tocadiscos que amenizaban la tarde-noche cerrillana, hasta fines de los 50. El "Gordo del Bar", contaba que una noche de verano, pasada las 12, se avecinaba una fuerte tormenta. El viento azotaba los arboles y los relámpagos, iluminaban las primeras gotas. Fue en ese momento cuando llegó en su automóvil un viejo cliente vecino de La Merced. "Recuerdo que los árboles -contaba Rodríguez- se mecían con furia, y los rayos cada vez estaban más cerca. Unos clientes permanecían en el negocio, iluminado con farol, cuando escuchamos que un auto frenaba en el negocio. De su interior salió un hombre que en dos o tres zancadas llegó hasta el bar, convencidos nosotros, que lo hacía para no mojarse con la tormenta que acababa de largarse con todo. Era Lobo. "Entró corriendo -relataba Rodríguez- agitado y pálido. Estaba desencajado, y como pudo, se hizo entender para que le sirviera una bebida fuerte. Cognac me acuerdo que le serví. Se sentó y cuando le pregunté si necesitaba algo me dijo: ¡la viuda! ¡la viuda!. Retrocedí, -continuó Rodríguez- esperando que se explique mejor. Los parroquianos giraron sobre sus sillas, y atentamente, esperaron que hable, ansiosos, con los vasos de vino en la mano, paralizados a medio trayecto entre la mesa y la boca. Después del cognac y de unos minutos, Lobo dijo, aún bastante espantado: ¡me ha salido la viuda de la recta de Cánepa!. -¿Como ha sido don Lobo? le espeté. -Y bueno, yo venía de Salta y en medio de la recta vi una viejita de negro que caminaba para Cerrillos, al costado del camino. Me dio lástima verla a esa hora y con la lluvia que se avecinaba. Me ofrecí acercarla hasta el pueblo. No me contestó, le insistí pues la lluvia se venía, por dos o tres veces, pensando que era 139