HAY GRAN
DESOLACIÓN
EN EL
CORAZÓN
DE ANA
Hay gran desolación en el corazón de Ana al
recordar ese abandono y dice que su mamá
le recuerda la estrecha relación que
sostenían: “Todo lo hacía con él…, comía,
dormía…, el día que se fue, yo estaba parada
en una reja, y él me dijo yo vengo más tarde
pero nunca llegó”. Ella asegura que ese fue
el primer momento doloroso que marcó su
vida: “Yo crecí con eso, en el colegio me
hacían mucho bullying, yo veía a los demás
cómo… estaban los papás, yo decía mi mamá
nada más está sola, no he visto una figura
paterna, o alguien que me diga yo estoy
con�go, entonces yo como que empecé
a crecer con ese vacío adentro”.
D E
FEN
DER
La mamá de Ana, quien nunca más
consiguió otra pareja, tuvo que dejar
de trabajar para dedicarse al cuidado
de sus hijas y empezaron a llegar las deudas
y la vida económicamente próspera poco
a poco fue colonizada por la pobreza:
“Mi mamá tenía su casa, un carro, un
negocio…, todo eso lo fuimos perdiendo…,
empezó a vender las cosas…, para pagar las
deudas que mi papá había dejado”. Luego
la madre es empujada a trabajar en el
servicio domés�co y las debe dejar solas
o al cuidado de extraños: “Fuimos
creciendo en ese ambiente, rodamos de
una casa para otra, de una habitación para
otra, dormíamos en un colchón en el piso”.
Las dos niñas entraron al colegio, aunque
Ana desde muy temprana edad lo alternó
con la ayuda a su mamá en las casas de
familia donde trabajaba: “Yo iba con mi
hermana en la mañana, salíamos del
colegio a las dos y media y mi hermana
cogía para la casa, yo me iba para la casa
de familia a ayudarle a mi mamá, mi mamá
decía pero vete a estudiar, yo le decía no,
vamos a dejar que Dani estudie, y en la
noche cuando ya lleguemos…, yo hago mis
tareas”. Señala que fue una buena