VIVIR
que viene con malformaciones y hay que
prac�carle la cesárea enseguida”; realizan
el procedimiento y Mariana como había decidido
llamarla, nace: “Todo el mundo así a la expecta�va,
yo escuché…, es hermosa, cuando yo escuché
es hermosa, me desmayé, no supe más nada...,
cuando desperté, ya en la habitación y le digo
a mi mamá, ¿la bebé?, me dice le dio un paro
respiratorio…, me dice me tocó firmar para que se
la llevaran para UCI a entubarla, la van a trasladar
porque aquí no la pueden tener, pero es hermosa,
está completa, no �ene nada… yo dije… Señor
gracias, yo Dios mío gracias, porque mi hija pues
está bien, si yo hubiese come�do la brutalidad
de que me la hubiesen sacado, me hubiese
arrepen�do toda mi vida, reciente firmamos
se la llevaron para la UCI…, la entubaron,
le pusieron ocho tubos para que respirara”.
A los 42 días en la unidad de cuidados neonatales,
Ana es requerida para que fuera a buscar a su hija,
le dijeron: “Ven a buscarla porque es una bebé que
no quiere comer, no quiere vivir…, el médico hizo
una junta y es mejor que muera con�go; ella fue
y la llevó a casa, intentó es�mularla para que
comiera y la pegó en el seno y la bebé empezó
a succionar: “Duró pegada 45 minutos en los dos
senos”; Mariana empezó a evolucionar. Decide
entonces buscar al padre de la niña para pedirle
apoyo y el solo respondió: “Esa niña no es mía…,
esa es de otro man de la bomba”. Cuando Mariana
cumple tres meses, la madre advierte que
no sos�ene la cabeza y no se volteante ante la
preocupación consulta a un pediatra quien inicia
una serie de estudios que arrojan como resultado
que la niña nació con holoprosencefalia, un
diagnós�co que seguramente no significó
nada para Ana, pero que vuelve a traer el
fantasma del Zika a su vida.