Historia sobre la música clásica. Historia insolita de la musica clasica I - Alberto | Page 23
Historia insolita de la musica clasica I
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Alberto Zurron
ella». Pero Debussy, al igual que otros, sufrió en sus carnes la maldita
discrepancia entre lo escuchado en los ensayos y lo escuchado en su útero
cerebral durante el fervoroso proceso de alumbramiento. Tal aguijonazo
recibió de su Fantasía para concierto y piano, enviado a Francia desde la Villa
Médicis romana, donde sufrió tres años de reclusión como castigo por ganar
el codiciado Prix du Rome. Sin poder creer que aquel bodrio hubiera salido de
sus mientes no dudó en retirar las partituras de todos los atriles durante el
primer ensayo orquestal, con Vincent d’Indy en la tarima. Corría el año 1890
y aquello sonaba demasiado a César Franck, como también a la Sinfonía
montañesa del propio d’Indy, combinación decididamente intolerable, por lo
que dedicó toda su vida a escamotear su ejecución, hasta que en diciembre
de 1919, casi dos años después de su muerte, pudo ser interpretada en
público, si bien sin dejar eco alguno que lo hiciera removerse en su tumba
del cementerio de Passy. Tampoco alguien como Brahms se permitió el lujo
de pasar a la historia como el autor de penosas y mal inspiradas
composiciones, y así fue como de los dieciocho a los veinte años se deshizo
de numerosas creaciones, entre ellas varios cuartetos de cuerda. Antonin
Dvorak no se quedó a la zaga del cilicio aplicado a la pantorrilla como
disciplina. Tituló su segunda ópera a golpe de corazonada: El rey y el
carbonero, que compuso desde los treinta a los treinta y dos años. Pero lo
que no le había quemado en la cabeza le quemó los oídos en el ensayo
general un día de 1873, de manera que, ante el pasmo de todos y tal como
ya hiciera Debussy, recogió todas las partituras de los atriles decidido a
destruirlas, si bien no llegó la sangre al río, sino el talento a la tinta, porque,
ya sereno, la recompuso por entero y así quedó a satisfacción de la
posteridad.
Está bien visto y probado que las ópera prima jugaban muy malas pasadas a
sus neófitos autores, hasta el punto de poder hablar de «la maldición del
Opus nº 1». No hemos agotado ciertamente los ejemplos de compositores
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Preparado por Patricio Barros