Historia sobre la música clásica. Historia insolita de la musica clasica I - Alberto | Page 24
Historia insolita de la musica clasica I
www.librosmaravillosos.com
Alberto Zurron
que renegaron avergonzados de sus primeras obras, dejando al hospitalario
fuego o a la inhóspita crítica la decisión sobre su pervivencia…
Corría el año 1869 cuando con veintiocho años compuso Chaikovski su ópera
Ondina, si bien la partitura se malogró por extravío. Cuando el compositor la
encontró en 1873 tal había sido su evolución que decidió arrojarla a las
llamas, si
bien indultando
tres números que
trasplantó
al
segundo
movimiento de su Segunda sinfonía y a El lago de los cisnes.
Pero sigamos con los pertinaces amigos de Prometeo. Carl Philipp Emmanuel
Bach llegó a jactarse de situar tales quemas entre las decisiones más
acertadas de su vida, y si además con ello ridiculizaba a uno de sus más
envidiados enemigos musicales mucho mejor; así es como escribió en 1776:
«Lo más jocoso de todo es la divertida precaución del rey (inglés) por la cual
las obras de juventud de Händel están siendo conservadas con el mayor
cuidado. Yo no me comparo en nada con Händel, pero he quemado
recientemente montones de viejos trabajos míos y celebro que hayan dejado
de existir». Por fortuna C. F. Händel no pudo darse por aludido. Llevaba
diecisiete años muerto.
El futuro pianista Manuel Rosenthal era alumno de Ravel, dando la
casualidad de que en una de sus clases en casa de éste vio una fogata con
restos de un manuscrito. Preguntándole por ellos, su profesor informó con
toda naturalidad que se trataba de toda la parte final de su Sonata para
violín y piano, admitiendo que era preciosa, pero que, por desgracia, no
encajaba con el resto de la obra. «Compuse otro final que no es tan bueno,
pero al menos es un final apropiado», le resumió con melancolía. Amigo de
las llamas fue también un jovencísimo Berlioz de doce años, quien habiendo
compuesto a esa edad dos quintetos decidió quemarlos varios años después,
quizás de lo frío que le dejaba la audición.
24
Preparado por Patricio Barros