Historia sobre la música clásica. Historia insolita de la musica clasica I - Alberto | Page 22

Historia insolita de la musica clasica I www.librosmaravillosos.com Alberto Zurron la obertura Waverley y rompió todas las partituras que pudo encontrar de las Escenas, si bien dieciocho años después fueron utilizadas para su Condenación de Fausto. El crítico musical W. J. Turner informa de dos contratiempos para Berlioz: uno, que localizó una de esas copias en una subasta celebrada en París en 1933, a la que él mismo concurrió; y otro, que el crítico Ernest Newman le dijo una vez que las Ocho Escenas eran «el más maravilloso opus 1 que jamás haya producido algún compositor». Pero no contento Berlioz con matar al primogénito también lo hizo con su Opus nº 2, si bien, afortunadamente, a partir de ahí sus crisis de numeración se fueron apaciguando. Esa obra llevaba el título de Ballet des Ombres y consistía en un coro acompañado de piano que pronto encontró intolerable a los oídos, por lo que destruyó todas las copias, si bien aprovechó algunos fragmentos para el scherzo de la reina Mab, en Roméo et Juliette. Cuando decíamos que se fue apaciguando utilizamos deliberadamente el gerundio, porque tres años después, en 1833, tras el fracasado estreno de su obertura Rob Roy en la Société des Concerts, procedió a destruir las partituras, aunque con la sosegada conciencia de haber enviado en algún momento una copia desde Roma a la Academia de Bellas Artes de París. Otro Opus nº 1 que levantó ampollas en su autor, y no precisamente en los dedos por tocarlo con asiduidad, fue el de Edvard Grieg, cuyo bautizo al catálogo propio lo fue con cuatro piezas para piano de factura no muy afortunada: «Era obra de chapucero y hoy me ruborizo de que hayan sido publicadas y que figuren bajo el número 1». Sin embargo se jactaba de haber tenido con ellas un notable éxito interpretándolas en su juventud. Por cierto que parecido sentimiento de hazmerreír tenía Manuel de Falla con sus primeras zarzuelas, a las que calificaba sin pudor de «malísimas». En los mismos raíles de vías muertas se movió otro francés implacable con las lupas. En carta de 30 de enero de 1893 (30 años) escribía Debussy a su amigo Robert Godet sobre su ópera Rodrigue et Chimène: «Esta ópera ha convertido mi vida en sufrimiento y miseria. No hay nada que me guste de 22 Preparado por Patricio Barros