Historia sobre la música clásica. Historia insolita de la musica clasica I - Alberto | Page 21

Historia insolita de la musica clasica I www.librosmaravillosos.com Alberto Zurron Era tan sólo un juego de sonidos vacío sin auténtica inspiración», según confesó por carta a su sobrino Bob. Sólo con el paso de los años Chaikovski supo modular la autoestima hasta poder hacer de ella un instrumento sumamente afilado. En mayo de 1891 viajó a Estados Unidos (en el mundo de las partituras el dinero siempre obligó más que la nobleza) y tuvo el valor suficiente para subirse a una fóbica tarima para dar cuatro conciertos por 2.400 dólares, pero cuando unos meses después le fueron ofrecidos 4.000 por una gira de veinte representaciones respondió en latín clásico: «Non. Chaikovski». Otro ejemplo de coherencia con la mediocridad de la primera etapa creadora fue Dmitri Shostakovich. Siendo estudiante tuvo el valor de escribir una ópera solemnemente mala, Los gitanos, y mayor valor después para destruirla, pero menor del que se hubiera necesitado para representarla. Mucho más adelante aquel valor se transformó en lucidez para catalogar aquellas de sus obras que merecían un repudio sin camino de vuelta. Así consta en las actas de 1955 con motivo de su ingreso en el Partido Comunista como Presidente de la Unión de Compositores: «Siento gran aprecio por la mayoría de mis obras sinfónicas, de cámara y de otro tipo, con excepción tal vez de las sinfonías 2, 3 y 4, que son un fracaso completo». Berlioz tuvo un arranque similar casi un siglo y medio atrás por culpa de lo que quizá fue su primer desengaño idolátrico, en concreto cuando con veintiséis años envió a su adorado Goethe lo que llevaba visos de ser su Opus nº 1, las ocho escenas de Fausto. Sin embargo, como el escritor apenas entendía de música entregó el manuscrito a su consejero Zelter y el juicio de éste añadió otra inesperada escena a aquellas ocho: «expectoraciones ruidosas, graznidos, excrecencias y residuos del aborto de un insecto asqueroso». Cuando la mezcolanza llegó a oídos de Berlioz tentó la suerte y tras una ejecución pública de la escena tercera, el Concert de sylphes, dio la razón a Zelter y reconoció en una carta que toda la obra era «tosca y estaba mal compuesta», de manera que dio paso como Opus nº 1 a 21 Preparado por Patricio Barros