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PREPARATORIA
Es posible que a los Nenúfares pueda aplicárseles mejor que a ninguna
otra obra el conocido dicho que afirma que de la necesidad se hace
virtud.
Pierre-Auguste Renoir
Desnudo al sol (1874-75). Renoir sintió
especial predilección –no sólo pictórica–
por el cuerpo de la mujer. Desde su
etapa juvenil (Diana Cazadora) hasta su
última época (Las Grandes Bañistas) los
desnudos femeninos son una constante
en su obra.
En este caso se trata de su modelo y
amante, Niní, representada desnuda de
medio cuerpo y bañada por la luz solar
que arranca delicados matices de luz y
color a su piel.
La pincelada es suelta y ligera y la
anatomía
voluptuosa,
a
lo
Rubens,
contrastando con el fondo tornasolado.
Después de pintar esta obra Renoir se
fue
de
viaje
a
Italia
donde,
tras
contemplar la obra de Rafael, decidió
que no sabía pintar ni dibujar por lo que
intentó un cambio de estilo (las Bañistas
de Filadelfia, 1888) aunque sin abandonar su predilección por los
desnudos.
La obra es buen exponente de la pintura de Renoir, de la voluptuosidad
de su paleta, en la que el color se desarrolla en todas sus gamas, y de su
preocupación, común a todos los impresionistas, por los fenómenos
lumínicos.
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