Historia del Arte II NPE Historia del arte II | Page 62

PREPARATORIA El color, con el énfasis puesto en los rojos, blancos y negros, remite a las influencias de los maestros de la Galería Española, especialmente de Zurbarán. Al fondo, en la parte superior, se recorta un simple crucifijo como un elemento más del ceremonial -desde luego, no el más importante- que se alza por encima de la «democrática» disposición de los personajes, lejos de toda jerarquía. A diferencia de toda la pintura religiosa ejecutada hasta entonces, y rechazando todas las tradiciones iconográficas sobre el tema, así como toda referencia de tipo trascendental o supranatural —el alma del fallecido es irrelevante—, Courbet realiza con esta obra una declaración plástica de lo que entiende por realismo al representar la escena exactamente tal cual es, objetiva y empíricamente. No hay intenciones satíricas, anticlericales o políticas («Es pintura socialista», gritará más de uno); simplemente, la más absoluta y aséptica «verdad», observada con mirada impersonal, incluso tal vez con aquella misma mirada ingenua, como la de los distraídos monaguillos de la composición, que debió de tener el pintor en su niñez y con la que debió de contemplar más de una ceremonia de este tipo durante su vida en Ornans. L. Nochlin establece una comparación entre esta obra y El entierro del Señor de Orgaz (1586-1588), poniendo de relieve los dos espacios en que se divide la misma: el inferior o terrenal, donde se desarrolla la escena material, y el superior o celestial, donde tiene lugar la divina. Realidad o irrealidad son intercambiables. Pero Courbet tiene muy claro que no es así. La única realidad para él es la tangible, la de la parte inferior del cuadro del Greco. ―No puedo pintar un ángel porque nunca vi ninguno", afirmará. La composición fue acusada de carecer de «dignidad», de «caricatura innoble e impía», e incluso se le recriminó la acusada «fealdad de los personajes». En efecto, esto ―ya no es una fiesta para los ojos‖ (Delacroix), sino que es el entierro del Romanticismo. A partir de ese momento, el nombre de Courbet estaría irremisiblemente unido al del Realismo. 61