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PREPARATORIA
devoción. El público tiene que ―vivir‖ los dolores de la Pasión y ―sentir‖
a los Santos como personajes reales (para ello el realismo que permite la
madera policromada resulta muy adecuado).
Es importante destacar el papel de las Cofradías de Semana Santa que
demandan imágenes para las procesiones lo que dará lugar a la aparición
del Paso Procesional
(primero en el área castellana y luego en
Andalucía).
El deseo de acercarse a la realidad hace que se abandone poco a poco
la técnica del estofado, muy usada en el Renacimiento español, en aras
de un mayor realismo en las vestiduras y carnaciones. Este deseo de
realidad llevará incluso a la utilización de elementos reales en la
escultura (telas, postizos de pelo, lágrimas de cola...) llegándose a las
llamadas imágenes ―de vestir‖ que sólo tienen de talla las cabezas,
manos y pies.
En la primera mitad del XVII la escultura española permanece
totalmente al margen de la evolución, que se vive en otros países, hacia
el dinamismo, el movimiento y el dramatismo y la teatralidad.
La imaginería del XVII continúa la tradición del XVI (Juan de Juni) sin
ningún tipo de ruptura, simplemente con un progresivo avance hacia el
realismo naturalista. Sólo a finales del siglo, y sobre todo en el XVIII, se
incorporan las ―novedades‖ berninescas en algunas obras madrileñas y
andaluzas y en las de la escuela murciana (Francisco Salzillo).
En el siglo XVII destacan dos escuelas de imagineros: la castellana con
centros en Valladolid (Gregorio Fernández) y Madrid, y la andaluza con
centros en Sevilla (Juan Martínez Montañés) y Granada (Alonso Cano).
En el XVIII hay que destacar también la escuela levantina con un
importante centro en Murcia (Salzillo).
Entre las escuelas pueden señalarse algunas diferencias: en Castilla
predomina el carácter patético con abundancia de rasgos de
sufrimiento en las figuras de las Dolorosas o los Cristos atados a la
columna (Ecce Homo) de anatomías torturadas y abundante sangre. En
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