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PREPARATORIA
El barroco español se prolonga durante el siglo XVIII, hasta 1760
aproximadamente. El cambio de dinastía, (borbones) que introduce
reformas económicas y políticas permite salir al país de la crisis; esto
repercute favorablemente en la arquitectura, que mejora su calidad,
aumenta su inventiva y renueva su repertorio formal.
Tendrá dos claras tendencias: la primera de ellas ofrece una
interpretación netamente hispana, con una propensión a lo decorativo,
que en ocasiones intensificará el recargamiento de las formas hasta
extremos delirantes (estilo churrigueresco); por otro lado, los Borbones
patrocinarán la construcción de edificios para su propia residencia,
cuyos rasgos arquitectónicos presentaran aspectos inspirados en las
ideas imperantes en las cortes europeas, sobre todo en Italia y Francia
(Palacios de la Granja, Aranjuez...).
Tampoco el urbanismo europeo encuentra equivalente en Madrid hasta
el siglo XVIII. Sólo la construcción de las ―plazas mayores‖ adquieren
cierta relevancia. Estas se convierten en lugar de concentración
artesanal, centro ciudadano y espacio para espectáculos.
Normalmente son de planta rectangular o cuadrada y sirven para
armonizar el espacio de las calles adyacentes, tienen viviendas en todos
sus laterales que le confieren uniformidad, por sus fachadas similares; y
los bajos son porticados y albergan comercios. Sobre el patio, se alzan
tres o cuatro plantas con balcones y el ático suele estar retranqueado.
Plaza
mayor
Salamanca
de
(Alberto
Churriguera,
1ª\2
XVIII). En Castilla, este
proceso de disolución
de
las
estructuras
arquitectónicas
en
formas decorativas fue
llevado
a
su
máximo
extremo por una familia
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