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PREPARATORIA
grande habría reducido la escala de las dimensiones justamente en el
punto donde debía alcanzar su cúlmen.
Por eso, Bernini proyecta un baldaquino procesional engrandecido, de
planta cuadrangular, una monumental obra de bronce, auténtico foco
de atracción visual para quien entra en la iglesia, en la que aparecen,
quizá por vez primera, las columnas salomónicas luego frecuentísimas
en el barroco.
Estas se hunden en el espacio vacío, lo hacen vibrar son su ritmo
helicoidal y con sus reflejos de bronce y oro, sugiriendo un movimiento
de rotación en todo el crucero. El baldaquino es una espléndida fusión
de arquitectura y escultura.
Las gigantescas columnas sostienen un piso superior en cuyas esquinas
observamos estatuas de ángeles, así como volutas vigorosamente
curvadas que elevan hacia lo alto el símbolo de la victoria de la
cristiandad sobre el mundo pagano: una cruz sobre un orbe dorado.
La idea de cubrir el altar de una iglesia con una construcción no es
nueva.
Bernini se inspira en los ciboria medievales (la catedral de Santiago
tenía uno), aunque partiendo de modelos en tela (los entablamentos
curvos con pendones colgantes los demuestran y es probable que la
palabra baldaquino derive etimológicamente de bagdaiquin, aludiendo a
los entelados de Bagdad).
Los baldaquinos pétreos son abundantes en el siglo XVI (numerosos
casos en Galicia) y la idea se retoma en el Barroco (Altar Mayor de la
Catedral de Santiago).
Plaza de S. Pedro del Vaticano (Bernini, 1656-1667). La basílica de S.
Pedro del Vaticano, iniciada por Bramante y continuada por M. Angel
fue concluida por Maderna que añadió tres naves al primitivo proyecto
de planta de cruz griega y construyó la actual fachada ya barroca pero
de un barroquismo atenuado (ordenes gigantes, frontones etc).
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