Historia de Motril | Page 205

falta de productividad y de trabajo. Y eso a pesar de que, hasta entonces, había sido una inversión habitual de las fábricas azucareras, mejor dicho, de sus propietarios, asegurar la producción de las mismas a través de la compra de tierras. Una vez conseguida la tierra, que plantaban de cañas, posteriormente la alquilaban con la condición de mantener el cultivo y llevar el mismo a esa fábrica, hasta el punto de que en 1941 encontramos la concentración de la propiedad que indica el cuadro anexo, hasta alcanzar los 26.500 marjales.
Pero el hambre y la necesidad sobrepasaron, ampliamente, los planes de los directivos de las fábricas. Es el momento en que encontramos una nueva visión de la economía, ya con claros tintes capitalistas y que, hasta el momento, no se había presentado: la competencia económica entre fábricas para captar a los proveedores de cañas. Hasta ahora, además de tener asegurada en buena parte su provisión de caña para afrontar la campaña, por ser propietarias de amplias extensiones de tierra, lo tradicional era repartir las vegas con una proporcionalidad acorde a la importancia de la fábrica. A esta asignación porcentual de la producción cañera se le añadía la atención de minimizar los gastos de transporte( cada campo tenía asignada una fábrica, compensándose al final de la temporada los resultados). Según avanzamos en los años 40 y, sobre todo, con el inicio de la década de los 50, los fabricantes « prometen el pago de la caña a … céntimos más que el que más » 58. Este breve período de competencia, bastante bien calculada no obstante, durará poco tiempo. En la década de los sesenta, con la presencia de nuevas infecciones de gusano en buen número de marjales, y ante el perjuicio en el rendimiento fabril( por la subida de precios en un mercado de libre competencia), volvemos a encontrarnos esos acuerdos que, con la progresiva desaparición de la caña de azúcar y de las fábricas en los años setenta y ochenta, ya no desaparecerán 59.
En ese período que discurre entre 1937 y 1960 es donde encontramos el mayor cúmulo de situaciones adversas que se abate sobre nuestra sociedad. Tras el sufrimiento de esa guerra civil, como ya hemos apuntado, la escasez de víveres y objetos de primera necesidad será el principal problema al que se enfrenten en el día a día. Aquí aparecen distintos tipos de cartillas de racionamiento, como una forma de control y justa distribución de las cargas, imprescindible en una sociedad que, literalmente, pasaba hambre.
Continuando con las necesidades de este vecindario, hemos de recordar que el carbón se convirtió en un material imprescindible para la subsistencia de la población. Y, en este caso, entramos en la competencia que los particulares tienen que emprender con las propias fábricas azucareras, que, por ciertas reducciones de sus compras en otras zonas, tienen que hacer uso de cualquier otro elemento combustible. Será una época difícil y que llevará a una mayor deforestación de nuestro entorno, sacrificándose, cuando ya no había otra cosa, los árboles de las propias fincas. La necesidad( el frío y las cocinas) hacía imprescindible cubrir esa demanda. Así desaparecerán amplias extensiones de arbolado, aunque en este caso se vieron más afectados otros municipios que vendían el carbón conseguido de su vegetación arbórea( Vélez de Benaudalla, Órgiva, etcétera).
Y en un período de miseria, de hambre, de escasez, el estraperlo se convirtió en una de las vías, quizás la más utilizada, para conseguir lo que legalmente no era posible porque no estaba disponible en los comercios: cebada, aceite, azúcar, carne, etcétera 60. Entonces se pagaba lo que fuese, siempre que se tuviese dinero para ello. Realmente también fue un grave problema de esa época, ya que los principales beneficiarios de esta situación fueron los grandes propietarios y comerciantes, que acaparaban la producción y eran los que estaban más preparados( a veces con el respaldo de la autoridad) para mantener retenidos determinados productos de primera necesidad. En estos oscuros negocios( donde algunos vecinos amasaron verdaderas fortunas y otros pagaron con la cárcel su osadía), no podía quedar de lado la existencia de la sierra de Lújar, del Conjuro, incluso el cerro del Toro. Son lugares bien conocidos en los que, a través del macuqueo( robo del mineral dentro de la mina, o de las escorias procedentes de la fundición), algunos grupos de vecinos arriesgaron la vida para conseguir el sustento familiar.( Y el caso es que había camiones que paraban en determinados puntos de nuestro municipio, lugares conocidos por casi todos, para cargar y pagar, sobre la marcha, las entregas que les llevaban). A pesar de estas alternativas, debemos tener en consideración que, una vez más, el problema de la falta de subsistencias en nuestra localidad será una cuestión sin resolver. En este caso, las pequeñas huertas familiares, a pesar de los controles 61, y el intercambio de artículos de primera necesidad, bien por trabajo, bien
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INTERIOR HISTORIA DE MOTRIL. pmd 205 05 / 01 / 2011, 10:25