más relevantes de la sociedad motrileña, perdiendo en buena medida su protagonismo aquellos propietarios absentistas. También esto significa la apertura de nuevos horizontes, al establecerse contactos comerciales con proveedores franceses. Precisamente de aquel período de ebullición económica y social, donde la actividad empresarial como agrupación de personas para obtener una rentabilidad en la producción y el comercio era una nueva forma de entender la economía, nace el único teatro conservado hasta ahora en la ciudad: el Calderón, que se levanta en poco más de un año, entrando en funcionamiento a finales de
1881. También la Plaza de Toros, que se levanta en 1883 27.
Por desgracia, pocos años durará esta efervescencia de la economía agraria e industrial del municipio y, en definitiva, de la comarca: nuevas catástrofes naturales convierten esta rápida pujanza general en un desastre. En los últimos años de ese siglo decimonónico el vecindario viene a sufrir en carne propia algo que había olvidado hace años: los terremotos. El día de Navidad de 1884 se convertirá en un recordatorio del soportado en 1804. Y, aunque no hubo daños personales, el perjuicio sí recayó sobre su caserío. No ya las quince viviendas que fueron derruidas, ni el gran número que sufrió diversos desperfectos; nos tenemos que referir ahora a otros edificios que, por su singularidad, eran patrimonio de nuestra historia: se derriban Puerta Granada, la única puerta que quedaba del aquel recinto amurallado del siglo XVI, la torre de la iglesia de la Victoria, buena parte del hospital de Santa Ana( también del siglo XVI), la capilla de la ermita de la Aurora. Y así otros espacios edificados, menos emblemáticos, pero significativos en la evolución urbana de nuestra ciudad: parte del edificio del ayuntamiento, la cárcel, el juzgado … hasta las oficinas de Telégrafos y Correos. Una tragedia que, sin embargo, tiene un beneficiario: la religión; sirvió como excusa para retomar los actos religiosos que acompañaban al Día de los Terremotos. Un acto religioso que había quedado en el olvido de una sociedad con graves problemas para subsistir, según fue avanzando ese siglo XIX. Plegarias y oraciones que no impiden la acción de la naturaleza, que se muestra con toda su contundencia en el mes de febrero, con una grave helada que destroza por completo las frágiles esperanzas de un pueblo en ruina. A pesar de estas peticiones de marcado sentido religioso, los mismos promotores de estos actos( relacionados
directa o indirectamente con la propiedad de la tierra) se plantean una visión más práctica de la vida y tramitan una solicitud al gobierno de la nación para solucionar sus problemas económicos 28.
Este final del siglo XIX, sin embargo, comienza a mostrar también el avance del urbanismo y, sobre todo, la mejora de algunos aspectos de la salubridad e higiene de viviendas y calles, al establecerse el primer proyecto de construcción de la red de alcantarillado, ya en el año 1894 29. No olvidemos que la sociedad motrileña, a pesar de guerras, crisis, falta de trabajo, etcétera, mantiene un pequeño pero constante aumento de población, que alcanza casi un 50 % del que tenía a principios de ese siglo
XIX. De hecho, vemos como se han alcanzado en 1868 casi los tres mil vecinos( 2.959, con un total de 13.832 habitantes).
Por otra parte, ya antes de comenzar el siglo
XX se observa un cambio sustancial en lo que se refiere al asentamiento de la población. Las
De izquierda a derecha:
Uno de los planos de la maquinaria que se instala en la fábrica de Nuestra Señora del Pilar, encargada a empresas francesas, para las nuevas instalaciones( 1881-1882)( Archivo del autor).
Francisco Barrera Urquízar, maestro de azúcar de la Sociedad General Azucarera. Finales del siglo XIX( Archivo particular, Elisa Isabel Álvarez Ocete).
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INTERIOR HISTORIA DE MOTRIL. pmd 183 05 / 01 / 2011, 10:24