Historia de Motril | Page 181

Y es que en la costa del antiguo Reino de Granada, desde Málaga hasta Almería, la primera mitad del siglo XIX tiene como hilo conductor de su frágil economía la crisis de la producción azucarera. De hecho, en amplias zonas llega a desaparecer por completo. En Motril, de aquellas producciones del siglo XVI, que nos hablan de catorce ingenios azucareros en funcionamiento, se termina con un único ingenio que, ya en 1844, no alcanzaba a moler
50 mil arrobas de cañas. Sin embargo, todavía se intuye que estas producciones no desaparecerán, gracias al desarrollo de nuevas formas de explotación preindustriales, que eliminan los altos costes de la producción artesanal de los viejos ingenios y trapiches y, sobre todo, consiguen un rendimiento sensiblemente superior en todos los procesos, tanto de la obtención del jugo como de su transformación.
Como ya hemos mencionado, se puede decir que es un período en el cual el algodón tomará el relevo de la caña en cuanto a producción agraria, aunque ese será un espejismo que apenas alcanza el primer cuarto de siglo. Progresivamente, el rendimiento económico tiende a desaparecer por las importaciones foráneas y va desapareciendo del paisaje de nuestra costa. Incluso otras producciones, como la sedera, que llegó a alcanzar los 45.000 morales plantados en la vega motrileña a comienzos del siglo XVI, también han quedado en el olvido. Pero se intentará salir de esta crisis con todo tipo de frutos: arroz, tabaco, café, añil, etcétera, aunque sin éxito.
De alguna manera tenemos que consensuar que este territorio se termina convirtiendo en una gran huerta diversificada, que se acoge a las demandas del mercado y que, al estar en manos de un reducido número de propietarios( la mayor parte de sus marjales), ellos serán los que busquen el rendimiento que más les conviene. En definitiva, la sociedad motrileña se mueve a impulsos generados por esos grandes propietarios que definen los frutos que se tienen que cultivar. Esto provoca que exista un alto índice de pobreza y miseria, entre una población, eminentemente campesina, cuyos escasos ingresos proceden de sus trabajos como peones agrícolas. Si el fruto que se planta apenas necesita mano de obra, o es un año de sequía, heladas, etcétera, el gran perjudicado sigue siendo esa persona que no tiene otro recurso que su trabajo diario. Eso irá generando, cada vez más, una fractura social entre la capacidad económica de esa alta clase social, y las personas de su entorno, población que carece de perspectivas de futuro y a lo más que puede aspirar es, aunque parezca demasiado crudo, a sobrevivir. Un hecho que, sin duda, provocará, con el paso de los años, una serie de conflictos sociales importantes.
MOTRIL( 1850-1900): LA EVOLUCIÓN DE UNA SOCIEDAD HACIA LA MODERNIDAD
Pero algo parece que empieza a cambiar en esta sociedad en crisis permanente. Y es que la segunda mitad del siglo XIX, sobre todo los años
1850 y 1870, van a marcar un cambio significativo en cuanto a obras públicas y comunicaciones. El municipio motrileño se convierte en un verdadero hervidero de obras, que, sin duda, vienen incentivadas con las nuevas perspectivas que da la consolidación de una carretera con el interior: se construye el puente 25 sobre el río Guadalfeo, más allá de Vélez de Benaudalla; se abre el túnel de La Gorgoracha( también conocido como el de Isabel II); y, en definitiva, se acortan sensiblemente los tiempos en las comunicaciones hacia la capital granadina. La mejora de esta sociedad en cuanto a beneficios económicos por la recuperación del cultivo cañero y el aumento significativo del rendimiento en los nuevos procesos de transformación con el vapor insuflan nuevos aires.
Con ese nuevo horizonte se consolidan nuevos espacios agrarios, a través de obras en la desembocadura del río Guadalfeo y en algunas ramblas, como la de Puntalón, que asegura la puesta en producción de un número importante de marjales de tierra. Eso sí, beneficiará en la casi totalidad de los casos a los grandes propietarios, como es el caso del conde de Bornos. Aunque quizás por eso, al acaparar mayores porcentajes de las superficies cultivadas, dará pie a una nueva apuesta por el cultivo cañero y a la apertura de un nuevo período de importantes rendimientos económicos.
Esta nueva realidad trae consigo una mejora sustancial en el urbanismo de la ciudad. Si hasta mediados del siglo XIX la ciudad da la impresión de un pueblo cualquiera, muy grande si se quiere, pero carente de comunicaciones y anclado en un urbanismo medieval, la segunda mitad va a ser sustancialmente diferente. Por eso se trabaja desaforadamente en
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INTERIOR HISTORIA DE MOTRIL. pmd 181 05 / 01 / 2011, 10:24