tril o en la de Almuñécar. Fuera de estos estrictos ámbitos geográficos, la estructura de la propiedad tendrá más que ver con el proceso repoblador posterior a la guerra de los moriscos que con los intereses de los grandes señores, siendo el elemento básico de la estructura agraria el minifundio, y tanto los cultivos como los sistemas de trabajo, diferentes a los descritos debajo.
• Fuerte concentración de la propiedad: existen 525 propietarios individuales o institucionales( nobleza, clero y ayuntamiento), lo que nos daría una propiedad media de
86 marjales por titular, pero el 86 % de los propietarios no llega a la media, y las propiedades de más de doscientos marjales suponen el 60 % de la tierra. El 76 % de la tierra estaba en manos de cien propietarios( apenas un 20 % del total) que poseían más de cien marjales de tierra. En cambio los pequeños propietarios con menos de veinte marjales de media son más del 40 % del total de propietarios, pero apenas controlan el 4 % de la superficie.
• Peso importante de la propiedad eclesiástica, que alcanza el 35 % del total del terrazgo: puede presentar diversos sistemas de tenencia: el 50 % del total de su tierra es patrimonial, el 30 % pertenece a instituciones regulares y el resto a parroquias, capellanías y patronatos. De los propietarios laicos, en torno a 350 titulares( 65 % del total de la tierra), el 25 % es patrimonio nobiliario, el 15 % de los regidores( oligarquía urbana local); labradores y jornaleros poseen menos del 5 % del total de la tierra, siendo como son el 20 % de los titulares de tierras. El resto de los grupos: militares, burócratas, artesanos, comerciantes, viudas, que suponen un tercio de los propietarios, no poseen más de un 15 % del total de la tierra.
De la estructura anterior se desprende que estando la mayor parte del terrazgo en manos de eclesiásticos, de nobles y de la oligarquía local, el tipo de propietario predominante es el absentista, que rara vez visita la población y cuyo interés fundamental está en la exacción de la renta, antes que en el fomento y mejora de cualquier sistema de producción. Es este otro elemento determinante que explica el fin del ciclo azucarero en el siglo XVIII.
La falta de interés por parte del propietario del terreno en mejorar los sistemas de cultivo o la propia rentabilidad de la tierra en términos capitalistas someterá a la producción agrícola y a la población que vive directa o indirectamente de ella al vaivén de los ciclos de precios y a la dependencia con relación a mercados externos, que serán los que dicten la persistencia de las producciones o las condi-
De izquierda a derecha:
Auto por el que se vuelve a prohibir la traída de vino o de uva a la ciudad de Motril, de 1799( legajo 30, pieza 4).
Auto de 1783 que obliga a los hortelanos a cultivar hortaliza en lugar de caña, producto más rentable( legajo 30, pieza 23).
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INTERIOR HISTORIA DE MOTRIL. pmd 155 05 / 01 / 2011, 10:23