Historia de Motril | Page 124

pios se compren en la ciudad de Málaga por valor de 100 ducados. Entre el 12 y el 15 de enero, el fuerte contingente militar destinado a la defensa de la costa( en Motril 200 escuderos, además de gente de a pie llegados a la villa) impide que los moriscos motrileños puedan salir y unirse a los más de « 4.000 o 5.000 moros » que se han refugiado en los Guájares y cortan el agua a la villa. Ante el temor de un ataque desde este lugar, se manda pregonar que ningún vecino salga de la villa, so pena de pérdida de la vecindad y de que sus familias sean expulsadas de la fortaleza donde se recogen, así como de 200 azotes y la pérdida de bienes 75. Comenzaba así una guerra que pondría en jaque la capacidad defensiva de la Monarquía en la península y que hasta dos años después, en contra de las previsiones más optimistas, no quedaría finalmente resuelta. El conflicto estuvo repleto de episodios de dureza extrema, marcado por los abusos y las tropelías cometidas en ambos bandos, y en él se radicalizaron hasta límites insospechados los odios acumulados durante decenios.
No es lugar este para la descripción de las campañas militares de 1569-71, pues para ello contamos con las narraciones de los cronistas de la rebelión y estudios posteriores que, sin duda, nos permitirán hacernos una idea bastante completa sobre las causas, la evolución y el desenlace posterior del conflicto, y a ellos nos remitimos.
Tras la derrota, la expulsión se presenta como la única alternativa política a los seculares problemas de inasimilación morisca y al peligro turco, pero vaciar de población gran parte del reino tendría graves consecuencias económicas y sería imposible garantizar la defensa de la frontera con el islam, por lo que la repoblación de la tierra con cristianos viejos es la mejor solución. Los repobladores, en su calidad de leales súbditos, proporcionarán no sólo la fuerza de trabajo necesaria y por ende rentas a la real hacienda, sino también una fuerza armada permanente.
La repoblación de 1570, a diferencia de otras repoblaciones anteriores, fue una empresa dirigida y supervisada enteramente por la Corona 76, la cual, además de dictar las normas generales, pondrá los medios necesarios para que el proceso concluya con las máximas garantías y las rentas del reino sufran el menor menoscabo posible. Para ello el primer paso fue la incautación y el apeo de todos los bienes de moriscos sin excepción, tal y como se encontraban en el momento de la rebelión, y se conmina a todas aquellas personas que por diversas vías— usurpación, ocultamiento, etcétera— se habían apropiado de parte de ese patrimonio a que lo devuelvan. No obstante, parece ser que las amenazas de castigo contra estas prácticas fueron poco eficaces y los jueces, por su parte, incapaces de descubrir los fraudes. Para intentar remediar la situación, el rey, a instancias del Consejo de Población, obtuvo la paulina 77, que según carta al rey de don Pedro de Deza, presidente de la Chancillería, provocó un auténtico alud de devoluciones de bienes de moriscos, obtenidos, cuando menos, de forma irregular, descollando Motril entre todos los lugares del reino. La incautación del patrimonio morisco es aprovechada por la Corona para revisar el estado de algunas rentas y derechos reales y para reservarse el control por parte del Estado de aquellas tierras o productos que consideraba de mayor importancia estratégica y económica, caso de las tierras de caña y de los ingenios para fabricar azúcar 78.
En efecto, ninguno de estos bienes entró en los lotes que se hacen para los nuevos pobladores en las primeras fases del repartimiento, por la vía de la cesión a corto plazo, generalmente el uso y disfrute sin cargas por un periodo de cuatro años, tendente sobre todo a evitar su destrucción, en tanto la Corona decide su destino. Al ser estas tierras las de regadío y mejor calidad, su no inclusión en los primeros repartimientos tuvo graves consecuencias para el éxito de la repoblación de la costa, que junto con las Alpujarras son objeto de franquezas para favorecer el poblamiento. Sin embargo, todo parece indicar que la respuesta a la convocatoria fue lenta y exigua por la peligrosidad de la zona y las duras condiciones impuestas a unos pobladores que además de tener que reconstruir sus casas deben enfrentarse a un paisaje agrario y a unos usos agrícolas desconocidos para la mayoría de ellos.
El poco éxito de esta primera fase de la repoblación puso de manifiesto las dificultades administrativas, de organización y gestión del patrimonio confiscado a los moriscos, por lo que en el memorial de 27 septiembre de 1571 se arbitran nuevas medidas para fomentar la repoblación, entre ellas la publicación de la se-
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INTERIOR HISTORIA DE MOTRIL. pmd 124 05 / 01 / 2011, 10:23