ción sustentada en razonamientos o evidencias. La retórica define la primera como una proposición discutible planteada por el escritor; y la segunda,
como los enunciados dirigidos a persuadir al lector para que acepte la proposición (Crowley y Hawhee, 2004). Además de estas partes, puede haber
otros elementos que contribuyan a la función perlocutiva de los escritos.
El exordio o introducción, por ejemplo, se dedica a presentar el tema y generalmente precede a la tesis; así también, la narración o exposición da
cuenta de las circunstancias en que sucedieron los hechos. Ambas partes
persiguen una actitud positiva del lector, dándole los elementos necesarios
para apreciar el punto de partida de la argumentación.
En cuanto al modo de presentación lingüística, como la narración,
la descripción, la exposición, entre otros, Arenas Cruz (1997) asegura que
ninguno puede definir la clase de textos por sí mismo, dado que con frecuencia intervienen varios de ellos en la elaboración de un escrito. No obstante, se aventura a establecer la supremacía de un modo en cada uno de
los géneros, al cual se subordinan otros modos. Así, identifica que “el modo
de presentación lingüística predominante en el género argumentativo es
el equivalente al retórico-gramatical que Diomedes llamara enrrativum o
exegematicum, aquél a través del cual el sujeto de la enunciación informa,
comenta, interpreta tomando él solo la palabra” (p. 37). Es, entonces, la
exposición argumentada el modo común en este género.
Otro rasgo importante es el tipo de enunciación característico del
texto argumentativo. Estrictamente hablando, se trata de una elaboración
monológica, en la que sólo aparece el discurso del autor. Sin embargo, toda
comunicación implica un destinatario, por tanto, el carácter verdadero de
la enunciación, en estas clases de escritos, es dialógico. El texto se escribe
anticipando a un cierto lector, de ahí se desprende su tono apelativo, que
desde un punto de vista retórico, se orienta a persuadir al lector a aceptar
la tesis y los argumentos expuestos.
En cuanto a la actitud de la audiencia, este acercamiento teórico
al ensayo considera su respuesta ante el texto como el resultado de un
procesamiento global. En este proceso es importante la curiosidad por parte
del lector para atender la proposición del autor, valorarla, compararla con su
propia experiencia, aceptarla o rechazarla. El emisor, por su parte, trata de
anticipar la reacción de su público y se prepara para lograr con su exposición
argumentada un e fecto determinado: la adhesión a las ideas propuestas.
Los cuatro elementos textuales expuestos hasta ahora dan cuenta
de los rasgos característicos de las clases de textos argumentativos. Es la
combinación del referente proveniente de la realidad, la superestructura
básica de tesis y argumentación, el modo expositivo argumentativo y la función perlocutiva del discurso, lo que permite tanto al escritor como al lector
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