–¿He sido menos brutal, menos apasionado de lo que esperabas? Acaso lo que he escrito te había hecho
esperar más?
Quedé asombrada. Le recordé que casi las primeras palabras que le escribí después de nuestro encuentro
fueron: «La montaña de palabras se ha derrumbado, la literatura se ha desmoronado.» Quería decir con
ello que habían comenzado los sentimientos verdaderos, y que el intenso sensualismo de sus escritos era
una cosa y nuestra sensualidad era otra, una cosa real.
Ni siquiera Henry, con la vida de aventuras que ha llevado, tiene plena confianza en sí mismo. No es de
extra