HENRY & JUNE - ANAïS NIN | Page 26

Después de la violencia, la amargura, la brutalidad, la crueldad que ha conocido, mi calma lo molesta. Considera que cambio, como un camaleón, de color en el Café y tal vez pierdo el color en mi casa. Yo no encajo en su vida. Su vida: el mundo del hampa, Careo, violencia, crueldad, monstruosidad, búsqueda de oro, corrupción. Leo sus notas ávidamente y con horror. Durante un año, a medias en soledad, mi imaginación ha tenido tiempo de crecer sin medida. Por la noche, enfebrecida, las palabras de Henry me oprimen. Su violenta y agresiva masculinidad me persigue. Noto el sabor de esa violencia en mi boca, en las entrañas. Aplastada contra la tierra con el hombre encima de mí, poseída hasta que siento ganas de gritar. En el «Café Viking», Henry dice que descubrió mi verdadera naturaleza una noche en que bailé sola la rumba durante unos minutos. Aún recuerda un pasaje dé mi novela, quiere que le deje el manuscrito para volverlo a leer. Dice que es lo más hermoso que ha leído últimamente. Declara ver fantásticas posibilidades en mí: la primera impresión al verme en la puerta de mi casa –«preciosa»– y luego sentada en el gran sillón negro «como una reina». Quiere destruir la «ilusión» de mi gran honradez. Le leo lo que he escrito sobre sus notas. Dice que sólo yo podía escribir así, con imaginativa intensidad, porque no había vivido lo que escribía, que vivir mata la imaginación y la intensidad, como le ocurre a él. Nota a Henry con tinta violeta en papel plateado: «La mujer estará eternamente sentada en el gran sillón negro. Yo seré la única mujer que nunca será tuya. Vivir con exceso ahoga la imaginación. No viviremos, solamente escribiremos y hablaremos para hendir las velas.» Los escritores le hacen el amor a lo que sea. Henry se adapta a mi imagen y trata de ser más sutil, se vuelve más poético. Dice que imagina a June diciéndole: «No me importaría que amaras a Anaïs porque es Anaïs.» Influyo en sus imaginaciones. Ése es el mayor poder que existe. He visto el romanticismo sobrevivir al realismo. He visto a los hombres olvidar a las mujeres hermosas que han poseído, olvidar a las prostitutas y recordar a la primera mujer que idolatraron. a la mujer que no fue nunca suya. La mujer que despertó en ellos el romanticismo es la que los retiene. Veo ese anhelo tenaz en Eduardo. Hugo nunca se curará de mí. Henry no podrá volver a amar jamás después de amar a June. Al hablar de ella, Henry dice: –Tienes una manera encantadora de decir las cosas. –A lo mejor es una manera de esquivar la realidad. Me dice exactamente lo mismo que escribí hace un tiempo: Me someto a la vida y luego busco explicaciones hermosas para mi acción. Hago que la pieza encaje en el tejido creativo. –June y tú queríais embalsamarme –le digo. –Porque pareces enormemente frágil. Sueño con una nueva fidelidad, con estímulos por parte de otros, una vida imaginativa y mi cuerpo sólo para Hugo. Miento. Ese día, en el café, sentada con Henry viendo cómo le temblaba la mano y escuchando sus palabras, me sentí emocionada. Fue una locura leerle mis notas, pero él me incitó; era una locura beber y responder a sus preguntas mientras lo miraba a la cara, como nunca me había atrevido a mirar a ningún hombre. No nos tocamos. Ambos nos asomábamos al abismo. Él habló de «la gran amabilidad de Hugo, pero es un niño, un niño». La mente de Henry es más madura, por supuesto. También yo estoy siempre esperando a Hugo, pero me adelanto, a veces pérfidamente, con la mente madura. Trato de excluir mi cuerpo, pero me han atrapado. Cuando llego a casa me libero y le escribo una nota. Entre tanto leo su carta de amor diez o quince veces, y, aunque no crea en su amor ni en el mío, la pesadilla de la otra noche me sustenta. Estoy poseída. «Ten cuidado –dijo Hugo– de no quedar atrapada en tus imaginaciones. Instilas chispas en otros, los cargas con tus ilusiones y cuando estallan en luminosidades, te conviertes en objeto de un engaño.» 26