HENRY & JUNE - ANAïS NIN | Page 25

kine no amé a ningún hombre fuerte; amé a hombres débiles, timoratos, excesivamente delicados. La vaguedad, la indecisión, el amor etéreo de Eduardo, y el amor medroso de Hugo me atormentaron y me confundieron. Actué delicadamente pero al igual que un hombre. Hubiera sido más femenino sentirme satisfecha con la pasión de otros admiradores, pero yo insistí en los que había elegido, en una fineza que encontraba en los hombres más débiles que yo. Mi propia audacia como mujer me perjudicó mucho. De ser hombre, hubiera estado satisfecho de tener lo que deseaba. Ahora Hugo es fuerte, pero me temo que sea demasiado tarde. Lo masculino que hay en mí ha avanzado demasiado. Ahora, aunque Eduardo quisiera vivir conmigo (y ayer se sentía atormentado por unos celos impotentes), no podríamos hacerlo porque creativamente soy más fuerte que él y no lo soportaría. He descubierto el placer de dar un rumbo masculino a mi vida al hacerle la corte a June. También he descubierto la terrible alegría de la muerte, de la desintegración. Anoche, sentada junto al fuego con Hugo, me puse a llorar, de nuevo la mujer se dividió en una mujerhombre, suplicando que, gracias a un milagro, gracias a la gran fuerza humana de los poetas, se salvara. Mas la fuerza animal que satisface a una mujer se encuentra en los hombres brutales, en los realistas como Henry, y de él no quiero amor. Prefiero avanzar y elegir a mi June, libremente, como un hombre. Pero mi cuerpo morirá, porque tengo un cuerpo sensual, un cuerpo vivo, y no hay vida en el amor entre mujeres. Sólo Hugo me retiene, todavía, con su idolatría, su cálido amor humano, su madurez, pues él es el mayor de todos nosotros. Quiero escribirle a June de una manera tan maravillosa que no puedo escribir. Qué carta más patética: «No puedo creer que no vayas a venir más hacia mí desde la oscuridad del jardín. A veces aguardo donde solíamos encontrarnos, esperando sentir de nuevo la alegría de verte salir de entre la muchedumbre para acercarte a mí, tú tan distinta y única. «Después que te fuiste la casa me agobiaba. Quería estar sola con mi imagen de ti... »He alquilado un estudio en París, pequeño y retemblante, pienso escaparme allí al menos unas horas al día. Pero, ¿en qué consiste esta otra vida que deseo llevar contigo? A veces, June, tengo que imaginar que estás ahí. Tengo la sensación de que quiero ser tú. Antes nunca había querido ser nadie más que yo. Ahora quiero fundirme en ti, estar tan cerca de ti que mi propio ser desaparezca. Soy feliz cuando me pongo el vestido negro de terciopelo porque es viejo y está raído en los codos. »Cuando miro tu rostro, quisiera dejarme llevar y compartir tu locura, que llevo dentro de mí como un secreto y no puedo seguir disimulando. Siento una aguda y pavorosa alegría. Es la alegría que se siente cuando se ha aceptado la muerte y la desintegración, una alegría más terrible y más profunda que la alegría de vivir, de crear.» MARZO 1932 Ayer, en el «Café de la Rotonde», Henry me dijo que me había escrito una carta y que la había roto porque era una carta loca. Una carta de amor. Le escuché en silencio, sin sorpresa. Lo había intuido. Hay mucho cariño entre nosotros. Pero yo sigo impertérrita. En lo hondo. Temo a este hombre, como si en él tuviera que enfrentarme a todas las realidades que me aterran. Su físico sensual me afecta. Su ferocidad, envuelta en dulzura, su brusca seriedad, su mente política y pletórica. Estoy un tanto hipnotizada. Observo sus manos blancas, suaves y finas, su cabeza, que parece harto pesada para su cuerpo, la frente a punto de estallar, una cabeza temblorosa que guarda tantas cosas que amo y que odio, que quiero y que temo. Mi amor por June me paraliza. Siento cariño hacia este hombre, que puede convertirse en dos seres distintos. Quiere cogerme la mano y yo finjo que no me doy cuenta. Hago un rápido ademán. Quisiera que su amor muriese. Lo que he soñado, sentirme deseada por un nombre así, ahora lo rechazo. Ha llegado el momento de hundirse en la sensualidad, sin amor ni dramatismo, y no puedo. Interpreta mal tantas cosas: mi sonrisa cuando refiere que June al principio luchaba contra todas las ideas de él de forma violenta y luego las hacía suyas y las expresaba como si fueran propias. «Nos sucede a todos», dice mirándome agresivamente, como si mi sonrisa hubiera sido de desdén. Creo que busca pelea. 25