PORTADA
UNA HISTORIA DE TRABAJO
SU NIÑEZ EN EL CAMPO
LAGUNERO
Tereso Medina recuerda su niñez
en los ejidos de Torreón y Mata-
moros, donde aprendió labores
agrícolas y sus primeras letras en
las escuelas del medio rural, en el
ejido Nuevo Mieleras, que ahora
es una zona de empuje industrial.
Fue la educación el motivo de
emigrar de un ejido a otro, pues
su padre don José Cruz Medina,
siempre inculcó a sus 10 hijos la
importancia de acudir a la escuela.
“Fui un niño campesino
formado en los terrenos de la
Comarca Lagunera. Tuve de
residencia varias comunidades
rurales, porque mi padre busca-
ba escuelas primarias para sus
hijos.
“En aquel tiempo había es-
cuelas que sólo daban clases
hasta tercero de primaria, y don
Cruz buscó dónde había esas
oportunidades de estudio para
sus hijos, mientras él se empleaba
en distintos trabajos”, recordó.
SIEMPRE LOS MEJORES
Tereso Medina estima que su pa-
dre tuvo la fortaleza de no estar
atado a la tierra, porque no era
ejidatario --en ese tiempo se pen-
saba que era debilidad, porque
no tenía una parcela--, y eso le
permitía irse de una comunidad
a otra, donde hubiera escuela
para sus hijos.
“Mi padre fue un pastor y do-
minó todas las faenas del campo.
Siempre nos dijo que deberíamos
ser lo mejor en lo que escogiéra-
mos. Si somos boleros, que sea-
mos los mejores y él era el ejem-
plo, porque fue el mejor pastor y
mejor tractorista”, dijo.
Al regresar la vista al pasado,
el líder obrero recuerda su for-
mación entre nogales y parras,
“mis primeras actividades fue
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manejar el tractor y cultivar la
tierra en el ejido Juan Eugenio,
rumbo a la Flor de Jimulco”.
LABOR COMUNITARIA
Fue durante su infancia cuando
Tereso Medina conoció al líder
campesino Arturo Orona, de
quien aprendió el trabajo comu-
nitario, pues a su corta edad sir-