Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 86
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era decisiva para los objetivos militares del MRTA; pero, además, la urgencia de
una muestra de fuerza semejante vino de la necesidad de responder al fuerte gol-
pe que representó la captura de su líder Víctor Polay en Huancayo a comienzos
del año. Para realizar la toma de Tarma, que era la ciudad elegida en esta oportu-
nidad, el MRTA trasladó a la zona a varios de sus mejores miembros militares en
una fallida operación que concluyó en el enfrentamiento de Molinos el 28 de abril
de 1989. El repase de guerrilleros rendidos que hizo el Ejército demostró al MRTA
que las fuerzas del orden no hacía distingos entre las organizaciones subversivas.
Todos recibían el mismo trato. La represalia de la organización llegó meses des-
pués a través del condenable asesinato del general (r) Enrique López Albújar en
Lima.
Al ser 1989 un año de elecciones municipales y regionales, y en buena medida
el inicio de la elección presidencial del año siguiente, se produjo una sorprendente
movilización de fuerzas políticas que revelaron los límites reales de las amenazas
planteadas al Estado por el PCP-SL y el MRTA. Las elecciones se celebraron en
todo el país, un éxito si se tiene en cuenta la crítica situación existente; los miem-
bros del PCP-SL fracasaron en su intento de boicotearlas.
En marzo de 1990, mientras las elecciones generales estaban en su máximo
punto de confrontación, se formó el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN) en la
Dirección contra el Terrorismo (DIRCOTE). Mientras que los Grupos Operativos
«Delta» de la DIRCOTE continuaban abocados a la tarea legal de investigación de
atentados y acciones terroristas en Lima, el GEIN se dedicó a trabajar exclusiva-
mente en el desarrollo de operaciones encubiertas: de inteligencia (seguimientos y
vigilancia) para la captura de los principales líderes subversivos. Antes del cambio
de gobierno, el primero de junio, el GEIN dio su primer y gran golpe al allanar una
casa donde hasta pocos días antes se alojaba Abimael Guzmán y donde encontra-
ron información que resultaría muy valiosa. La intervención significó «el principio
del fin de Sendero Luminoso» (Jiménez 2000: 721).
En sentido estricto, e1 nuevo gobierno no ideó una nueva estrategia
contrasubversiva. Más bien, Alberto Fujimori mantuvo la estrategia integral de las
Fuerzas Armadas e impulsó iniciativas legales para complementarla. Había asu-
mido también el plan político-militar de un sector de las Fuerzas Armadas y, con
ello, la necesidad de instalar un sistema de democracia dirigida que se ajustase a
las necesidades de la contrasubversión.
El PCP-SL, muy golpeado en las áreas rurales, creció sorprendentemente en
Lima en medio de la crisis reinante. El MRTA intentó un diálogo con el gobierno,
luego de la fuga de sus dirigentes del penal Castro Castro en junio de 1990, me-
diante el secuestro de un diputado fujimorista pero fue rechazado. En 1991 más de
la mitad de la población peruana vivía en estado de emergencia. Ese mismo año se
da una ofensiva del MRTA en diversas zonas del país, con lo que consiguió dar
una imagen de recomposición luego de la fuga. En noviembre, el Ejecutivo pro-
mulgó un paquete de decretos legislativos que motivó su debate en el Congreso;
con ello se inició la cuenta regresiva para la justificación del próximo golpe de
Estado.
El 5 de abril de 1992, mediante el golpe de Estado que quebró el orden constitu-
cional, el gobierno de Fujimori promulgó una serie de disposiciones que endure-