Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 85
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C RISIS EXTREMA, OFENSIVA SUBVERSIVA Y CONTRAOFENSIVA ESTATAL (MARZO DE 1989 - SEPTIEMBRE
DE 1992 )
El año 1989 fue uno de los más difíciles de nuestra historia republicana, pues sig-
nificó el clímax de una crisis económica casi sin antecedentes y marcó el inicio de
un período de extrema agudización del conflicto armado interno. Ese año se pro-
dujo un nuevo giro en la guerra interna, debido, principalmente, a las decisiones y
acciones de dos de los principales actores.
En primer lugar, el PCP-SL, durante su Primer Congreso, definió como nuevo
objetivo de su plan de «guerra popular» que el «equilibrio estratégico remeciera
todo el país». Para ello, planteó como eje de acción acentuar su ofensiva en las
zonas urbanas, principalmente en Lima. Así, el PCP-SL incrementó notablemente
sus ataques y actos terroristas, endureciendo su relación con la población en la
sierra rural y en la selva, por un lado, y movilizando sus bases urbanas hacia la
realización de ataques y atentados más violentos, frecuentes y visibles, por otro.
Con esta decisión se iniciaba el segundo «pico» estadístico de víctimas en la gue-
rra interna.
Paralelamente, las Fuerzas Armadas empezaron a aplicar su nueva estrategia
«integral», que implicaba la comisión de violaciones de los derechos humanos
menos numerosas pero más premeditadas. Esta nueva estrategia orienta a la di-
rectiva 017 del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas para la Defensa Inte-
rior (DVA 017 CCFUERZAS ARMADAS-PE-DI), firmada en diciembre de 1989
por el general Artemio Palomino Toledo, en la que se toman dos grandes decisio-
nes estratégicas sobre la actividad militar durante el resto del conflicto. Primero,
la organización de las Fuerzas Armadas para la Defensa Interior en zonas y
subzonas de seguridad nacional se cambia por una organización en frentes
contrasubversivos, los cuales no se derivan de las regiones militares sino de una
zonificación especial obtenida mediante el análisis del despliegue y de la actividad
del PCP-SL. Segundo, en los frentes donde existe el narcotráfico se establece como
misión separar a la subversión del narcotráfico y combatir a los narcotraficantes
que apoyen a la subversión o reciban protección de ella.
Derivada de esto, la decisión de fomentar y apoyar la conformación de comités
de autodefensa en las zonas rurales serranas, donde la población empezaba a de-
safiar el control del PCP-SL, definió el inicio de la etapa final del conflicto. Por
otro lado, al enfocar las Fuerzas Armadas a los departamentos de Junín y Pasco
como el «centro de gravedad» de sus operaciones contrasubversivas, la guerra se
desplazó notoriamente hacia el frente Mantaro desde 1989. En esta zona central se
aplicó intensamente la nueva estrategia de eliminación selectiva, especialmente
durante el año 1990, no sólo contra los «comités populares» sino también contra
los organismos alojados en universidades y asentamientos humanos urbanos.
Por otro lado, el MRTA quedó atrapado en una espiral de violencia de la cual
no logró salir fácilmente. En abril de 1989, un mes después del ataque senderista
contra el puesto de Uchiza, el MRTA decidió realizar una operación militar de
grandes proporciones en la sierra central: la toma de una ciudad importante para
efectos de propaganda armada de repercusión nacional. La zona central del país