Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 57
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Aunque la participación del MRTA como responsable de víctimas fatales del
conflicto es proporcionalmente escasa (el 1.5% de los muertos y desaparecidos
reportados a la CVR), es innegable que su actividad armada sólo contribuyó a
aumentar los sufrimientos del pueblo peruano, resultó en nuevas violaciones de
los derechos humanos, y debilitó aun más el orden democrático y la posición del
movimiento social que decía defender.
C RÍMENES Y VIOLACIONES DERIVADOS DE LAS ESTRATEGIAS DE LOS AGENTES ESTATALES
El Estado peruano no estuvo preparado para enfrentar la subversión armada tal
como ésta fue planteada por el PCP-SL. Por mucho tiempo creyó que se enfrenta-
ba a una insurgencia similar a las guerrillas de 1965 o que estaba emparentada con
otras tendencias latinoamericanas. Por esta razón, la actuación policial inicial fue,
sobre todo, una reacción y estuvo subordinada a la iniciativa del PCP-SL. Esta
actuación inicial de las Fuerzas Policiales no tuvo tiempo de madurar en resulta-
dos positivos y se decidió delegar las responsabilidades de la lucha contrasubversiva
en las Fuerzas Armadas. El resultado inmediato de una decisión tal, adoptada sin
contar con una estrategia integral en todos los campos —ideológico, político, eco-
nómico y militar—, fue una abdicación del poder civil en las cada vez más amplias
zonas en estado de emergencia y un radical incremento del conflicto que acentuó
los costos humanos hasta llegar a magnitudes que nunca serían igualadas en el
resto del período de violencia.
No se conocía al PCP-SL. No se sabía con precisión en qué sectores se había
asentado, cuál era el perfil de sus militantes, ni sus diferencias ideológicas con
otros grupos. Los agentes del Estado sustituyeron su falta de conocimiento por la
definición de una población genérica como el presunto enemigo: los ayacuchanos,
los quechuahablantes, los estudiantes universitarios, los dirigentes de izquierda.
Ellos pasaron a ser sospechosos por asociación.
Del mismo modo, se enfrentó la preparación de las unidades contrasubversivas
corno un asunto meramente técnico y militar, enfatizando la preparación física de
sus miembros para enfrentarse a geografías complejas. No se encaró la formación
de estas tropas corno una capacitación ideológica y política de quienes debían
ganar a la población civil evitando abusos que alienaran su lealtad, sino como un
adoctrinamiento basado en la obediencia ciega y la disposición a cometer actos de
crueldad.
A estos factores hay que agregar que las fuerzas del orden reprodujeron prác-
ticas racistas frente a las poblaciones entre las cuales debían desenvolverse. Los
oficiales de las fuerzas del orden provenían de sectores medios urbanos; sus dis-
tancias culturales y sociales con la población eran muy grandes y determinaron un
extendido desprecio por la misma gente a la que tenían que defender y ganar. En
muchos casos, en vez de proteger a la población ayacuchana contra el senderismo
que los sojuzgaba, se actuó como si se pretendiera proteger al Perú de esa pobla-
ción.
Pese a que el PCP-SL se había rebelado contra un régimen democrático, los
gobiernos civiles, salvo iniciativas excepcionales, no utilizaron la legitimidad de la