Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 56
C RÍMENES Y VIOLACIONES DERIVADOS DE LA ESTRATEGIA DEL MRTA
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enfrentamientos internos, ninguna de las cuales ha atribuido más del 5% de las
víctimas fatales a la acción de grupos insurgentes.
De acuerdo con la ideología y la práctica establecida por los líderes principales
del PCP-SL, la vida humana era un valor apenas relativo; tanto la de aquéllos a los
que enfrentó, como la de sus propios militantes. Sin embargo, no deja de llamar la
atención lo que ocurrió cuando los principales dirigentes senderistas fueron cap-
turados y se vieron frente a los mismos retos que reclamaban a sus partidarios.
Abimael Guzmán y sus seguidores más cercanos, que habían rechazado todo tipo
de diálogo con los gobiernos constitucionales de la década del ochenta, no sólo no
se enfrentaron a sus captores, sino que aceptaron una serie de privilegios y enta-
blaron negociaciones con un régimen dictatorial a cambio de concesiones políticas
que se tradujeron en su capitulación estratégica.
La magnitud de los crímenes causados por el PCP-SL no puede opacar la revisión
de la forma de proceder del otro grupo armado activo en el período investigado,
el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). En efecto, surgido con la
intención de convertirse en una suerte de «brazo armado» de las organizaciones
populares, el MRTA intentó llevar a cabo una estrategia insurreccional compara-
ble a las de otras experiencias latinoamericanas, con algunas de las cuales mantu-
vo contactos.
La estrategia militar del MRTA combinaba agitación armada urbana con em-
boscadas y organización de columnas militares en el campo. Sin embargo, al estar
desligado del movimiento social al que decía representar, enfrentaba permanen-
tes dificultades económicas que pretendía resolver aplicando tácticas utilizadas
por otros movimientos armados en América Latina como los secuestros, pese a
que se trataba de un recurso específicamente proscrito por el Derecho Internacio-
nal Humanitario al que proclamaban respetar.
Ante su escaso crecimiento y el aumento de violencia y militarización, el MRTA
encontró cada vez menos espacio para desarrollar su propia estrategia armada.
Empezó a adoptar tácticas utilizadas por el PCP-SL, como el asesinato de perso-
nas que no tenían ninguna función militar en el Estado, crímenes cuya sola inten-
ción era dar lecciones ejemplares a la población. Así, asesinaron a un dirigente
asháninka por supuestos actos contra la guerrilla del MIR en 1965, a funcionarios
retirados sin rol alguno en el gobierno, a particulares que representaban intereses
empresariales, a personas secuestradas y a individuos considerados «de mal vi-
vir». Esta conducta terminó por envolver a la propia organización y, hasta poco
antes de la captura de sus principales dirigentes, los asesinatos se convirtieron en
una manera de resolver sus luchas internas.
Por otro lado, el interés del MRTA por abrir frentes en zonas campesinas le
llevó inevitablemente a confrontar al PCP-SL, lo que hizo el conflicto aun más
complejo, creó nuevos riesgos para la población civil y contribuyó a aumentar el
número de víctimas.