Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 362

Los asesinatos del PCP-SL no sólo chocaban contra el apego a la vida de cual- quier comunidad humana, sino que resultaban contraproducentes en economías pobres, que no podían darse el lujo de disponer de la vida de personas, en su mayoría hombres jóvenes con familias e hijos menores de edad. Por eso, según los testimonios recogidos por la CVR en diferentes partes del país, los afectados pedían al partido: «castiga, pero no mates». En otros, las mujeres pedían que si van a matar a alguno de los padres, maten mejor a toda la familia, pues: «quién se va a hacer cargo de los hijos». La propuesta totalitaria implicaba una actitud intolerante hacia la cultura lo- cal, no sólo la celebración de fiestas o la elección de autoridades, sino elementos tan básicos como enterrar a los muertos o el uso de los términos de parentesco, reemplazados por el apelativo «compañero». Pero, sobre todo, con el campesinado involucrado crecientemente en una eco- nomía mercantil, las propuestas de SL chocaron contra la dinámica de las socie- dades rurales. Para sorpresa del PCP-SL, la «guerra prolongada», chocó contra la lógica de reproducción campesina, que se ordena alrededor del ciclo de vida fa- miliar y se planifica en función del crecimiento y educación de los hijos. En ese contexto, cuando el PCP-SL apuró el paso para lograr el «equilibrio estratégico», rompió el precario balance que todavía mantenía en muchas zonas rurales. El PCP-SL comenzó a exigir más víveres para el partido, más reclutas jóvenes. Esto incrementó el malestar campesino que, al empalmar con un cambio en la estra- tegia de las Fuerzas Armadas, produjo la masificación de los comités de autodefensa que propinaron al PCP-SL su primera derrota estratégica, en el ámbito en el cual menos la esperaba. Asimismo, conforme avanzaba el conflicto, la estrategia senderista revelaba su errónea evaluación de las autoridades locales. Para el PCP-SL, ellas eran ex- ternas a las comunidades, parte de un «viejo estado» ajeno al campesinado. Para éstos, por el contrario, las autoridades comunales, jueces de paz, alcaldes y tam- • Una propuesta económica de autosubsistencia, arcaica incluso para los cam- pesinos más pobres. • La instauración de una utopía igualitarista, que pronto mostró sus límites autoritarios, especialmente en: la aplicación de una justicia que recurría a la «pena de muerte» con gran facilidad y una organización totalitaria, que regulaba toda la vida cotidiana, pasando así de la necesidad de orden al exceso de orden vertical, que llegaba a extremos como cuando el partido prohibía estar triste. 349 tenían que haber sido la «fuerza principal» de la revolución, aliados fieles, se- gunda voz, coro que acompañara al partido y a su jefatura concentrada en alcanzar «el do de pecho» que transformaría el mundo. Pero en muchos lugares, el PCP-SL terminó provocando «la rebelión del coro». Esto ocurrió porque, luego de la destrucción del «viejo orden» —eliminación de autoridades, destrucción de infraestructura productiva—, el PCP-SL sólo pudo ofrecerles: