Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 358
Hemos señalado los límites de los proyectos de construcción nacional y moder-
nización emprendidos en esas décadas, pero es necesario recalcar también que
los graves conflictos sociales y políticos fueron encarados y eventualmente
resueltos por medios pacíficos. Así, entre 1958 y 1964 tuvo lugar en el Perú el
movimiento campesino más importante por esos años en América Latina. Cien-
tos de miles de campesinos y trabajadores agrícolas se organizaron y moviliza-
ron a lo largo del país, ocupando cientos de miles de hectáreas en manos de
grandes propietarios. Sin embargo, en todos esos años murieron sólo 166 perso-
nas (Guzmán 1981), menos que en los primeros diez días de agosto de 1991.
En la década de 1970, una segunda oleada de ocupaciones de tierras conmo-
vió al país en plena aplicación de la Reforma Agraria. La movilización no fue tan
amplia como en la década previa, pero la organización campesina alcanzó su
pico más alto luego de la reorganización de la CCP y la creación de la Confedera-
ción Nacional Agraria (CNA) en 1974. Sin embargo, otra vez, el costo en vidas
humanas fue bajísimo en comparación a las muertes de la década siguiente.
Mientras tanto, las ciudades vivían desde 1976 una efervescencia social sin
precedentes, que se traducía en movilizaciones y paros obreros, magisteriales y
regionales que desembocaron en los paros nacionales de julio de 1977 y mayo de
1978. El primero tuvo incidencia directa en la apertura democrática, pues pocos
días después el régimen militar convocó a una Asamblea Constituyente para el
año 1978. Nuevamente, en las movilizaciones de esos años, el número de vícti-
mas fatales fue mínimo.
Puede objetarse que hablamos de movimientos sociales, mientras que el PCP-SL
y el MRTA eran organizaciones políticas. Sin embargo, también en este plano un
recorrido por las décadas previas registra poca violencia. En 1955, masivas
movilizaciones políticas en Arequipa provocaron la renuncia del temido Ministro
de Gobierno y Policía, Esparza Zañartu, lo que marcó el inicio del fin de la dicta-
dura de Manuel A. Odría. Esas movilizaciones produjeron dos muertos. Desde
entonces, el país no volvió a sufrir situaciones de persecución política masiva. 11
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La excepción fue el encarcelamiento de dirigentes izquierdistas en la colonia penal del Sepa, en la
selva central, en 1962.
S OBRE LA CRUELDAD EN EL CONFLICTO
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gráfica sino, sobre todo, afectivamente. Por ello, la lejanía incluyó los conos de
Lima, donde el conflicto llegó con su secuela de rastrillajes y estigmatización de
los diferentes, en este caso los migrantes. El centralismo y el racismo jugaron así
su papel en la prolongación del conflicto.
Por último, el contexto de crisis económica extrema en los años finales del
gobierno de Alan García favoreció también el avance de los grupos subversivos.
Si a ello sumamos la relativa tolerancia de la comunidad internacional hacia las
violaciones de los derechos humanos por parte del Estado, tenemos un cuadro en
el cual, hacia 1990, todos los factores parecían jugar a favor de los grupos subver-
sivos, especialmente del PCP-SL.