Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 356

9 10 Sobre la definición de «organismos generados», véase el apartado sobre el PCP-SL. El PCP-SL exigía la disolución del grupo y la incorporación individual de aquellos miembros que decidía absorber. En el otro extremo, el MRTA mismo fue producto de fusiones sucesivas de varios grupos de izquierda que optaron por la violencia. 343 centro de reproducción partidaria eran los denominados «organismos genera- dos», 9 que lo alimentaban de cuadros a través de las «escuelas populares». El criterio de eficacia fue el crecimiento del propio partido y, sobre todo, el del llamado ««ejército guerrillero popular»», pues todo estaba «al servicio de la guerra popular». A partir de este eslabonamiento, el PCP-SL logró tejer una red partidaria y de apoyo en las provincias del norte de Ayacucho. De esta forma, el PCP-SL pudo «conquistar bases» en los márgenes, no sólo del Perú urbano sino del propio Perú rural organizado y dinámico. Su propuesta de igua- lamiento hacia abajo, justicia expeditiva, destrucción de infraestructura productiva y repartos de ganado y cosechas logró aceptación en comunidades con profundos con- flictos internos o externos, baja legitimidad de sus autoridades y descontento por el acceso diferenciado a recursos escasos. Además, el PCP-SL apareció muy temprano como propuesta de un «nuevo Estado», portador de orden y administrador de una justicia vertical y draconiana, que ponía coto a conductas consideradas antisociales recurriendo a castigos físicos y a los denominados «ajusticiamientos». La expansión del PCP-SL a otras zonas del país mostró que los «eslabones sensibles» de intelectuales y jóvenes educados no constituían sólo un fenómeno regional, sino que se extendían por una cadena de ciudades, incluyendo Lima; asimismo, que la pobreza, la escasa organización rural y el ejercicio del poder asociado al uso de la violencia física, no eran exclusividad de Ayacucho. Mostró, además, que existían otras zonas rurales altamente conflictivas, como aquéllas donde la Reforma Agraria había conformado SAIS; o como los valles cocaleros, donde poblaciones enteras habían sido empujadas a la ilegalidad, y donde la policía y la justicia llegaron a identificarse más que en ningún otro lugar del país con el abuso y la corrupción. Para explicar la duración y expansión del fenómeno subversivo es necesario tener en cuenta, además, otros dos factores. Por un lado, el PCP-SL y en mucho menor medida el MRTA se convirtieron en magnetos que atrajeron a pequeños núcleos descontentos desgajados de los grupos de izquierda que a fines de la década del 70 habían dado un viraje, en muchos casos no del todo coherente, del discurso de la lucha armada a la participación electoral. 10 Por otro lado, en ciertos lugares se llegaron a crear ciertas identificaciones regionales con los proyectos subversivos —el MRTA en San Martín, el PCP-SL en el norte de Ayacucho— que trascendían el campo e incluían franjas urbanas. En el caso del MRTA, esta iden- tificación estaba en cierto grado mediada por los gremios sobre los cuales tenía influencia: la Federación Agraria Selva Maestra (FASMA) o el Frente de Defensa de San Martín. En el caso del PCP-SL, la identificación no tenía otra instancia en la cual depositarse que no fuera el partido y la violencia. Pero eso no fue obstácu- lo y posiblemente favoreció más bien la construcción de una identidad muy fuer- te entre la periferia del PCP-SL, que alimentaba sus «organismos generados». Allí se configuraba un «nosotros» con fronteras muy rígidas y excluyentes, ba- sado en una cercanía étnico-regional donde se entrelazaban el color de piel, la