Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 353
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La «guerra fría» redobló este cuestionamiento, reubicando las viejas tradi-
ciones militaristas del continente en un nuevo contexto y enmarcándolas dentro
de una nueva doctrina de seguridad nacional, impulsada enérgicamente por los
Estados Unidos en la región. En la estela de la revolución cubana (1959), una
oleada de movimientos subversivos armados sacudió América Latina. La
respuesta fueron golpes militares y dictaduras represivas. En el medio quedaron
legítimas aspiraciones de transformación y democratización. En la década del
70, sólo Costa Rica, Venezuela y Colombia tenían gobiernos que cumplían con
mínimos estándares democráticos en América Latina.
A la modernidad trabada le correspondió un embrionario desarrollo de la
ciudadanía. En el Perú, la conciencia de tener y ejercer derechos se desarrolló de
manera desigual. El sufragio universal sólo se instauró con la Constitución de
1979. En realidad, sólo se celebraron elecciones municipales en 1963 y 1966, con-
vocadas por el primer gobierno de Fernando Belaunde. Su continuación, inte-
rrumpida por el golpe de 1968, hubiera permitido la ampliación del ejercicio ciu-
dadano, el traspase de responsabilidades y recursos, y una mayor presencia del
Estado en el plano local. Fue por esa falta de ejercicio democrático que en ciertas
zonas del país la instauración del «nuevo poder» senderista impuesto desde arri-
ba, y que construía sujetos (e incluso siervos) en vez de ciudadanos, no apareció
como algo insoportable. Más aún si ese «nuevo poder» imponía en un primer
momento un cierto orden y ejercía a su manera «justicia».
Pues si el desarrollo ciudadano era débil, la tradición de administración de
justicia imparcial y universal era casi inexistente. Tanto en las audiencias públicas
como en los testimonios recogidos por la CVR, son innumerables las historias en
las que los protagonistas viajan desde lugares rurales apartados hasta la capital
departamental y nacional en busca de una justicia que les da las espaldas. Peor
aún, cuando actuaba, la justicia tendía a ser parcializada y sus agentes abusivos.
Así, los grandes cambios estructurales que transformaron el país fueron se-
guidos a duras penas por un proceso intermitente de modernización, democrati-
zación y reforma del Estado que, precisamente en las dos décadas previas al esta-
llido del conflicto armado interno, desembocó en dos entrampes:
• El de la vía liberal democrática, iniciada desde 1956 y desarrollada con
más nitidez durante el primer gobierno del arquitecto Fernando Belaunde
(1963-1968).
• El de la vía reformista autoritaria, durante el gobierno del general Juan
Velasco (1968-1975).
LOS FACTORES COYUNTURALES
El estallido del conflicto armado interno encontró entonces a un Estado desbor-
dado pues la transición democrática abierta en 1977 abarcaba campos más allá
de aquellos relacionados directamente con el cambio de régimen político. Destacan
como flancos débiles en esa coyuntura: