Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 324

L AS PRIMERAS DECISIONES La negociación entre los militares y el presidente electo para la adopción del plan político-militar no estuvo exenta de tensiones y rumores de complot contra el nuevo gobierno. En vista de ello, la primera decisión del gobierno fue cambiar a los altos mandos de la Marina y de la Fuerza Aérea, mas no al del Ejército. Neu- 311 minio estratégico» no susceptible de desgaste político, que gobernara efectiva- mente el país oculto tras el presidente electo. El plan contemplaba políticas de ajuste para remediar la hiperinflación y recu- perar el crédito internacional, pues sin nuevos préstamos la lucha contra la subver- sión era insostenible. También se proponían reformas para crear condiciones políticas y legales favorables a las operaciones militares y de inteligencia. El ascenso electoral y ulterior triunfo de Fujimori, con propuestas contrarias a las sostenidas por el Frente Democrático, obligó a los confabuladores a suspender el plan. Pensaron que un levantamiento en esas circunstancias —es decir, con una apreciable porción del electorado votando contra el ajuste macroeconómico— hubiera tenido el signo de un golpe de Estado antipopular. No obstante, los golpistas vieron pronto nuevas oportunidades en las cir- cunstancias que rodeaban al presidente electo: indefinición política, carencia de un partido político, ausencia de un verdadero programa de gobierno. Era un vacío que podía ser llenado por el plan político-militar. Ése fue el plan que, con ayuda de Vladimiro Montesinos, se buscó que adopta- ra el presidente electo, quien desde antes de asumir el cargo había sido alojado en una instalación militar con el pretexto de que su vida estaba en riesgo. Fujimori accedió pronto a poner en práctica los puntos del plan, empezando por el ajuste macroeconómico de «choque» que antes había prometido evitar. Se iniciaba así la aplicación del «Plan Verde», aunque retocado en aspectos medulares por inter- vención —y por interés— de Vladimiro Montesinos. Al momento del relevo en el gobierno, la violencia había llegado a una situa- ción extrema. En 1989, como se ha visto ya, Abimael Guzmán había impuesto en su organización la tesis del «equilibrio estratégico», lo que tendría como efecto más visible una intensificación de las acciones terroristas del PCP-SL. El plan político-militar era, también, una reacción a ese contexto. Una vez que Fujimori aceptó algunas ideas centrales del plan, quedó abierta la posibilidad para un incremento del poder militar sin los controles que la Consti- tución mandaba. Fujimori aceptó, en primer lugar, la continuación de la estrate- gia contrasubversiva dirigida por las Fuerzas Armadas con amplio margen de maniobra, lo que implicaba, entre otras cosas, impunidad para los militares res- ponsables de violaciones de derechos humanos. En ese esquema, la policía siguió dos trayectorias. De un lado, trabajó subordi- nada a los comandos político-militares en las zonas de emergencia. De otro lado, inició y desarrolló un trabajo especializado de inteligencia a través del Grupo Especial de Inteligencia (GEIN), unidad de la DIRCOTE enfocada en la captura de los más altos jefes de las organizaciones subversivas.