Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 317

304 conseguido detener a algunos senderistas que, interrogados durante las semanas siguientes, proporcionaron información sobre la ubicación de centros vitales del enemigo. La característica de la segunda fase, de mediados de junio hasta fines de julio, fue incrementar la violencia y la presencia militar para que senderistas sintieran que estaban frente a una fuerza a la que ellos no podían resistir. La información facilitada por los detenidos «arrepentidos» permitió desactivar la organización del PCP-SL en algunos pueblos a la entrada de la zona, pero la operación princi- pal consistió en eliminar a todos los grupos de pobladores que fueran sospecho- sos de prestarse a reorganizar la resistencia. Estas circunstancias hicieron de esta operación la más violenta y encarnizada de todo el conflicto. Se insistía en el ultimátum dado a los pobladores mediante los volantes arrojados desde helicóp- teros para que salieran del lugar y se entregasen en calidad de «arrepentidos» a las Fuerzas Armadas. El resultado fue una mortandad más grande que todas las anteriores. Hay testimonios de que los cadáveres quedaban varados por docenas a las orillas del río y que tuvieron que hacerse vuelos de helicóptero para traer combustible para quemarlos. Así consiguió Fujimori un resultado que le permitió anunciar que había des- truido los últimos bastiones del PCP-SL en el Huallaga y que estaba abierto el camino para la pacificación total del país. Ello levantó su popularidad, amenaza- da inicialmente por las revelaciones sobre el grupo Colina y la reorganización de la oposición alrededor de la candidatura presidencial de Javier Pérez de Cuéllar. Montesinos consiguió el control sobre las actividades cocaleras y se instaló en el papel que hasta cuatro años atrás había desempeñado el general Noriega en Pa- namá: perseguidor exclusivo y padrino selectivo del narcotráfico. Como perse- guidor exclusivo para el Perú fue reconocido y elogiado públicamente en los años siguientes por los Estados Unidos a través del zar antidrogas Barry MacCaffrey. Hermoza Ríos consiguió también algo, una participación en el botín económico de Montesinos —más un derecho de precedencia para participar en los futuros botines— y un cierto liderazgo militar que le permitió asimilar la situación frus- trante de apoyar a una tiranía que no era propiamente un gobierno militar pero arrancaba día a día a las Fuerzas Armadas su apoyo institucional. En el capítulo siguiente se señalan las maneras en que el presidente Fujimori utilizó, además de lo expuesto, a las Fuerzas Armadas para obtener provecho político. Un ejemplo de ello fue lo ocurrido alrededor del lamentable conflicto entre Perú y Ecuador que estalló en enero de 1995 y produjo acciones de armas hasta marzo de ese año. Las difíciles condiciones en que combatieron los perua- nos contrastaron con la bien preparada campaña ecuatoriana. La movilización del Ejército demoró cerca de dos semanas hasta que estuvieron en condiciones de asaltar las posiciones ecuatorianas. La Fuerza Aérea peruana sufrió muchas bajas a causa de sus limitaciones tecnológicas con respecto al nuevo sistema antiaéreo al que se enfrentaban; pero principalmente porque se había dado orden de no invadir el espacio aéreo ecuatoriano, lo cual obligaba a los pilotos peruanos a dar media vuelta dentro de la zona de combate cada vez que ingresaban a ella. Las fuerzas terrestres pasaron innumerables penurias debido a la escasez de alimentos, agua y asistencia médica.