Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 295

282 el narcotráfico y se convirtió en el punto de partida de la influencia de Vladimiro Montesinos sobre los institutos armados. El año 1989, la Base Policial de Uchiza fue destruida. Este desastre sólo se explica en el amplio contexto de los cambios políticos que ocurrían en ese mo- mento. La zona estaba en estado de emergencia, pero, excepcionalmente, no bajo comando político-militar, probablemente porque cerca de allí, en Santa Lucía, estaba la base antinarcóticos de la Drug Enforcement Agency (DEA). Esta orga- nización policial norteamericana no puede operar en territorios que se encuen- tran en guerra o bajo control militar. La base de la PNP en Uchiza estaba sobredimensionada, tenía más de cincuenta policías con armamento militar y, al mismo tiempo, estaba mal preparada para enfrentar un ataque porque sus oficia- les se encontraban muy expuestos a la corrupción por parte del narcotráfico. Como consecuencia de este evento, el presidente Alan García nombró un mes después, el 2 de mayo, al general Alberto Arciniegas como Jefe Político-Militar del Huallaga. La puerta por la que Vladimiro Montesinos —un ex capitán del Ejército expulsa- do de la Fuerzas Armadas muchos años antes por conducta inapropiada— volvió a entrar a una instalación militar en algún momento en 1989 fue la de las operaciones de inteligencia en el frente Huallaga. En la práctica, pactar con el campesino cocalero implicaba pactar con algunas pozas de maceración, algunos traqueteros o proveedores del ácido y el kerosene necesarios para elaborar la pasta básica, y algunas pistas de aterrizaje y avionetas, porque la hoja de coca no tiene ningún valor sin la cadena de procesamiento y comercialización; no es un simple producto agrícola, es un producto agroindustrial. Se trataba, pues, de pactar con una que otra firma de narcotraficantes que no apoyaran al PCP-SL, a fin de mantener la economía campesina. ¿Fue imprescindible hacer esto en esa coyuntu- ra? Al parecer, en la margen oriental del Huallaga y en el Ucayali, donde estaba la Marina, no hizo falta, pues allí se combatió con buenos resultados al PCP-SL reprimiendo al mismo tiempo el narcotráfico. Lo cierto es que se desplegó un intenso trabajo de inteligencia en la zona cocalera para identificar a los posibles aliados y neutralizar las bases logísticas del PCP-SL. El ex capitán Vladimiro Montesinos, convertido en abogado de narcotraficantes y residente en la zona, organizó en ese momento la densa red de informantes que fue el origen de su poder. Por otro lado, las ventajas de la nueva estrategia se dejaron sentir pronto para las Fuerzas Armadas. El enemigo que antes parecía abrumador comenzó a desmoronarse y ahuecarse en el valle del Mantaro, donde primero se efectuaron las operaciones contrasubversivas con toda intensidad, desde el primer semestre de 1990. La nueva estrategia dio lugar a un nuevo fenómeno. Muchos de los detenidos eran liberados después de pasar días en celdas de cuarteles o de la DINCOTE. Los que ya tenían una detención eran seguidos y en algunos casos, detenidos de nuevo tras lo cual desaparecían o aparecían muertos; los cadáveres eran tirados en diversas partes del valle. Por la regularidad del procedimiento, era posible reconocer en las huellas de los cadáveres si habían sido ejecutados por las fuerzas del orden. La mayoría de las operaciones contrasubversivas no se dirigían a eliminar militantes del PCP-SL, sino simpatizantes. En diciembre de 1990, el Comandante General de la Trigésimo Primera Divi- sión de Infantería, entonces Jefe del Frente Mantaro, dio respuesta a un pedido