Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 286
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brotes terroristas—, coincidió con la estrategia de incomunicación de la zona de
conflicto establecida por las Fuerzas Armadas. El resultado fue que se estaba
peleando una guerra oficialmente inexistente, la cual debía acabarse rápido, a
cualquier precio y sin dejar huellas de lo ocurrido.
Al comenzar el año 1984, el general Manuel Clemente Noel Moral fue relevado
de su cargo por el general Adrián Huamán Centeno. Natural de la zona y hablante
de la lengua quechua; el general Huamán parecía mostrar disposición para tomar
en sus propias manos las medidas políticas y económicas necesarias para conquis-
tar el apoyo de la población. Aunque dio pasos para conseguir este fin, el número
de testimonios de ejecuciones extrajudiciales y desapariciones producidas por las
fuerzas del orden durante su período es el más elevado de toda la historia del
conflicto. También lo es el número de crímenes perpetrados ese año por el PCP-SL.
En este período se descubren las primeras fosas comunes, Huamanguilla y Pucayacu.
También está claro que el ambivalente apoyo que Huamán dio a la organización de
autodefensas campesinas, propiciando el levantamiento de pueblos enteros contra
las amenazas del PCP-SL, pero sin darles ningún armamento ni entrenamiento
adecuado, hicieron que aumentara la violencia por parte del PCP-SL y también por
parte de las mismas organizaciones de autodefensa.
Convencido de que tenía que vincular las acciones de desarrollo con las accio-
nes militares, Huamán, en su calidad de Jefe del Comando Político-Militar de la
Zona de Emergencia, interpretó que este cargo le confería la atribución de dirigir
el presupuesto de inversión pública de la Corporación Departamental de Desa-
rrollo de Ayacucho. Emitió entonces la directiva 00l-SAS/SZSN «E», el 27 de abril
de 1984, con la finalidad de «[...] reorientar cualitativa, cuantitativa y estratégica-
mente la inversión pública 1984 del Departamento de Ayacucho al desarrollo de
las actividades productivas agropecuarias que beneficien prioritariamente a la
población campesina afectada por los actos de terrorismo, generando el máximo
de ocupación y autoabastecimiento de alimentos en la zona de emergencia». Es
notorio que sus acciones en el campo del desarrollo agropecuario apenas si te-
nían asesoría especializada y estaban lejos de ser un modelo de desarrollo soste-
nible; pero también es evidente que eso no era lo que le interesaba, sino el efecto
psicosocial de estas medidas en el curso de la lucha contra el PCP-SL. En reali-
dad, muchas de sus acciones, más que responder a un auténtico plan, parecían
reproducir esquemas paternalistas conocidos en el campo ayacuchano mucho antes
de la Reforma Agraria. Además, Huamán subestimó la capacidad política del
PCP-SL para hacer aparecer ese gasto social como conquista de la «guerra popu-
lar». Como los pueblos de la zona de emergencia habían sido visitados por el
PCP-SL desde tiempos de la Reforma Agraria y no habían visto aparecer inver-
sión pública alguna hasta la llegada del general Huamán, no era difícil para el
PCP-SL hacer creer a la gente que, si no fuera por la «guerra popular», jamás
habrían llegado esas inversiones.
El informe sobre las experiencias adquiridas en ese cargo que Huamán elevó a
sus superiores después de ser destituido contiene pasajes reveladores de su posi-
ción ideológica reformista y desarrollista, seguramente compartida por muchos
altos mandos del Ejército; pero al mismo tiempo incompatible con la política
económica del gobierno y con las recomendaciones de la administración Reagan.