Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 283
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Sobre las ejecuciones extrajudiciales, es preciso señalar que muchas de
las personas detenidas no resistían las torturas y fallecían exhaustas, y que
otras eran asesinadas directamente cuando, según el criterio de sus
victimarios, se demostraba su responsabilidad. Algunos cadáveres eran
enterrados en fosas clandestinas; otros cuerpos eran abandonados en
caminos, quebradas y parajes relativamente cercanos a la ciudad, como
Puracuti e Infiernillo. Por estas razones, es presumible que las personas
dadas por desaparecidas, en su gran mayoría, hayan sido ejecutadas
extrajudicialmente.
Dado el patrón de actuación que se ha analizado, es posible afirmar que
las violaciones de los derechos humanos consistentes en detenciones arbi-
trarias, detenciones en instalaciones militares, torturas, libertades
selectivas, desapariciones y ejecuciones extrajudiciales, obedecían a una
práctica sistemática, por la uniformidad del procedimiento, y generalizada,
por el elevado número de víctimas.
Es evidente que sólo los militares de alto rango podían establecer los pro-
cedimientos de actuación de las fuerzas del orden, sea diseñándolos,
corrigiéndolos o sustituyéndolos. En consecuencia, las violaciones de los
derechos humanos señaladas serían parte de una estrategia contrasubversiva
creada por el aparato militar estatal o, cuando menos, tolerada por él. La gran
cantidad de violaciones de derechos humanos y las múltiples denuncias efectuadas
tuvieron que ser conocidas necesariamente por los jefes militares.
Aun considerando la hipótesis de que estas prácticas o métodos no hayan
sido parte de un planeamiento centralizado, los altos mandos tenían el poder
para modificar dichos procedimientos violatorios e imponer prácticas
respetuosas de los derechos humanos.
Sobre la base de lo expuesto, y tomando en cuenta aspectos como las caracte-
rísticas propias de la organización militar (estructura jerarquizada) así como la
responsabilidad que tuvo el Comando Político Militar (desde del Cuartel 51, Los
Cabitos) en el planeamiento y ejecución de las operaciones militares que se reali-
zaban en la zona, resulta evidente que los altos mandos tuvieron dominio y con-
trol de los actos violatorios de los derechos humanos.