Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 282
3
4
5
CVR. Entrevista al general (r) Roberto Noel Moral. 10 de marzo de 2003.
CVR. Entrevista al general (r) Luis Pérez Documet.
CVR. Entrevista al general (r) Adrián Huamán Centeno.
269
período. Sumando Ejército y Marina, el personal de combate desplegado en la
zona de emergencia fue de alrededor de dos mil hombres, a lo cual debe sumarse
el personal policial. Si estimamos el personal militar total en esos años, como
mínimo, en noventa mil hombres, resulta que sólo un 3% participaba simultánea-
mente en las acciones contrasubversivas.
Las patrullas del Ejército y de la Marina salían de las bases para realizar incur-
siones violentas en los pueblos o perseguir columnas senderistas. El PCP-SL
irrumpía en los pueblos y se replegaba ágilmente para que el esfuerzo militar se
perdiera en el vacío o repercutiera sobre la población. El vacío de autoridad pro-
ducido por las incursiones del PCP-SL no es subsanado por las incursiones milita-
res. El trabajo de inteligencia era escaso y el margen de error amplio, de forma
que las patrullas militares practicaron frecuentemente la violencia indiscriminada.
Pronto fue evidente que el objetivo de restablecer el orden interno no podía
cumplirse sin hallar al enemigo oculto entre la población. Pocos, más bien excep-
cionales, fueron los combates contra elementos armados o «fortines» del PCP-
SL. 3 Más frecuente fue el uso de las armas para tomar control de poblaciones
inermes y también se practicaron interrogatorios para obtener inteligencia
predictiva en el mismo escenario de las operaciones militares. Operación corrien-
te era cercar un pueblo, sacar a toda la población de sus casas e identificar, por
lista negra de «inteligencia», a supuestos terroristas. 4 Observaciones sobre la con-
ducta de los pobladores, como cuántos y quiénes acudían al izamiento de la ban-
dera en la plaza, proveían referencias iniciales. 5 Con frecuencia eran tomados
como sospechosos quienes no asistían a las asambleas de pobladores convocadas
por la patrulla militar.
No era extraño que una patrulla llegase a un lugar donde en muchos años no
había habido ninguna presencia del Estado. Los caseríos que ya habían sido inter-
venidos por el PCP-SL reaccionaban de muy diversas maneras cuando llegaba
una patrulla militar. En el caso más favorable, los pobladores acogían a la patru-
lla y compartían con ellos sus pocos víveres, relataban la incursión de los subver-
sivos, eventualmente denunciaban a los elementos locales del PCP-SL y asumían
un compromiso con las Fuerzas Armadas. Los militares compartían también sus
alimentos y, sobre todo, su botiquín. Entre tanto sucedía a veces que los militares
identificaban como elemento subversivo a una o varias personas. Durante el pri-
mer año del conflicto, lo usual era llevarse detenidos a los sospechosos. Al atar-
decer, cuando partía la patrulla, el pueblo quedaba inerme. Luego venían las re-
presalias del PCP-SL. Los pueblos ya visitados por las Fuerzas Armadas recibían
el peor trato. Con apoyo de sus informantes locales, los subversivos vejaban,
mutilaban o ejecutaban delante de todo el pueblo a quienes colaboraron con la
patrulla militar en lo que llamaban un «juicio popular».
Hubo lugares donde la fuerza armada logró un «restablecimiento» de las au-
toridades locales y recuperó el dominio militar con apoyo de la población, cuan-