Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 271

258 Las capturas realizadas por los distintos grupos especiales de inteligencia de la DINCOTE fueron resultado, además, de un dedicado trabajo exclusivamente policial. El desempeño de la labor policial de la DIRCOTE (y, después, de la DINCOTE), fue fruto de decisiones sucesivas de los jefes de los distintos grupos operativos y especiales con los que esta unidad ha contado a lo largo de su exis- tencia. La CVR considera, a la luz de sus investigaciones, que estos logros se dieron a contracorriente de la tendencia elegida por el gobierno de Alberto Fujimori. Como se verá en el siguiente capítulo, éste había situado su principal base de poder en las Fuerzas Armadas —o, más precisamente, en la cúpula de mando de éstas— y había optado, en política contrasubversiva, por una vía claramente militar. El presidente Fujimori había entregado el mando absoluto del conflicto al Coman- do Conjunto de las Fuerzas Armadas y los decretos en materia contrasubversiva que emitió en el contexto del golpe de Estado de 1992 habían traspasado gran parte de las funciones policiales al Ejército. De ahí que la captura de Guzmán sorprendiera a las altas esferas del gobierno, que no se encontraban al tanto de la operación. Las capturas de septiembre de 1992 —no sólo la de Guzmán sino también la de numerosos dirigentes de la organización subversiva— determinaron la derro- ta estratégica de la subversión. Pero, al mismo tiempo, fueron motivo de males- tar entre los institutos armados y sus servicios de inteligencia, que no perdona- ban a los agentes de la policía la osadía de dar el golpe definitivo sin previa consulta y, además, el haber propalado la noticia por cuenta propia. El gobierno de Alberto Fujimori llegó al extremo de desarticular la DINCOTE, en lugar de brindarle los esperados apoyos para una labor que todavía estaba por ser con- cluida definitivamente. En el nuevo contexto autoritario, el SIN, bajo la conducción real, si no oficial, de Vladimiro Montesinos, era el órgano privilegiado por el gobierno. De hecho, el SIN había sido fortalecido por los decretos para la pacificación nacional. De esta manera, el SIN, que hasta 1990 era un organismo pequeño y burocrático, se convirtió en el aparato político del gobierno y asumió progresivamente múltiples funciones ilegales. A ello se añadió la elaboración de una versión oficial, y alejada de la realidad, sobre la «pacificación». Según ésta, el mérito de la derrota del PCP-SL correspon- dió a las Fuerzas Armadas, gracias a supuestas decisiones del Presidente del Co- mando Conjunto, Nicolás Hermoza Ríos, y a las investigaciones y operaciones del SIN. Esa versión de los hechos fue una de las banderas agitadas por el presi- dente Fujimori durante su campaña por la reelección en 1995. Con el paso de los años se acentuó el desinterés y, por consiguiente, el descui- do del financiamiento de la DINCOTE. Hacia 1996, una ola de atentados perpe- trados por la facción del PCP-SL dirigida por Feliciano (Óscar Ramírez Durand) haría recordar la eficiencia del GEIN y pondría en evidencia lo errónea que fue la decisión de desarticular ese grupo.