Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 257
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para destruir a un enemigo y amedrentar a sus colaboradores y no para proteger
a la población y sus derechos: persecución, captura e interrogatorio fueron las
formas de actuar del nuevo personal policial.
Durante el proceso, los cuerpos de la policía, divididos en tres antes de 1988,
y unificados luego en una sola Policía Nacional, estuvieron sometidos al mando
de las Fuerzas Armadas ahí donde se instauraban comandos político-militares.
En esas circunstancias, se vieron reducidos en gran medida a la función de fuerza
auxiliar y tuvieron que ingeniarse formas de practicar sus tareas especializadas
de investigación. Éstas, finalmente, pudieron desarrollarse con más éxito desde
fines de la década del 80 por medio de diversas unidades de inteligencia que
cumplieron un papel fundamental en el desmantelamiento de la dirección nacio-
nal del PCP-SL.
En las décadas que duró el conflicto armado interno, la policía incurrió en
numerosos atropellos contra los derechos fundamentales de la población y fue, al
mismo tiempo, duramente golpeada por las organizaciones subversivas, a las
que enfrentaba en medio de una notoria precariedad material. Durante el proce-
so de violencia, las Fuerzas Policiales sufrieron el mayor número de víctimas de
su historia: 682 muertos, 754 heridos y 101 inválidos, según el informe remitido a
la CVR por la institución policial.
D EL
DESCONCIERTO AL LENTO APRENDIZAJE
Al iniciarse la violencia desatada por el PCP-SL, la policía se hallaba dividida en
tres cuerpos: la Guardia Civil, la Guardia Republicana y la Policía de Investiga-
ciones del Perú. Fue ese ente tripartito, carente de un apoyo seguro del gobierno
y pobremente dotado de recursos logísticos y financieros, el que tuvo en primera
instancia la responsabilidad de hacer frente a una amenaza que había tomado
por sorpresa al sistema político institucional del país.
La carencia de una posición coherente y sólida sobre el fenómeno subversivo
por parte del gobierno, ya mencionada antes, significó una dificultad de origen
para los cuerpos policiales. Por un lado, había escasez de información calificada;
por el otro, las autoridades civiles restaban importancia al PCP-SL y tendían a
pensar que era un problema de solución relativamente sencilla.
La policía enfrentaba otras dificultades iniciales. El clima de agitación social
heredado de la transición política les hacía difícil distinguir entre la izquierda
legal y sus protestas encuadradas en el marco legal existente y la nueva amenaza,
extralegal y directamente opuesta al Estado de Derecho, que planteaba el PCP-
SL. Además de ello, la policía tenía otras funciones que atender, principalmente
la delincuencia común y un problema que por entonces cobraba más fuerza, y
capacidad corruptora, como era el narcotráfico.
A ello se añadía un problema institucional ya señalado en diversas
secciones de este volumen: las rivalidades entre los diversos cuerpos de la
policía, que llegaban en ocasiones al extremo de la confrontación pública
entre altos mandos y el desenlace violento entre el personal ordinario. Estas
pugnas, sumadas a una corrupción creciente, que llegó a penetrar
gravemente en la Dirección de Inteligencia de la Policía de Investigaciones