Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 249

236 En su discurso del 28 de julio de 1988, el presidente García hizo un llamado a la unidad nacional. Denunció el manejo inescrupuloso de información que ponía en riesgo la seguridad de jueces y fiscales, y propuso devolver a la policía la responsabilidad de investigar los casos de terrorismo, capacitando al personal policial para evitar obstáculos judiciales que terminarían por favorecer a los dete- nidos por terrorismo. Ejemplo patente de ello era la sentencia absolutoria recibi- da por el conocido dirigente senderista Osmán Morote. También propuso un pro- yecto de ley para sancionar «[...] la asociación ilícita con fines terroristas y a quienes distribuyen volantes, fraguan documentos o propaganda a favor del terrorismo». 56 Y otro para la sanción del uso ilegal de armas y explosivos. Estos proyectos dieron lugar a la promulgación de la ley 24953, de diciembre de 1988, que estableció que los autores o instigadores intelectuales, coautores y cómplices de actos de terrorismo recibirían la misma pena que el autor. Esta ley también volvió a tipificar como acto de terrorismo la asociación, incitación y la apología del mismo. Más adelante, en junio de 1989, la promulgación de la ley 25031 modificó la ley 24700, poniendo a cargo de la policía la investigación prejudicial, mientras los Tribunales Correccionales Especiales se hicieron cargo de la instrucción y el juzgamiento de los acusados de terrorismo. Las comisiones investigadoras del Congreso fueron vistas inicialmente como una consecuencia lógica de lo que había demandado el PAP como oposición par- lamentaria a la mayoría del período 1980-1985. Al agudizarse el conflicto armado interno, la mayoría aprista perdió el entusiasmo inicial y asumió una posición de defensa cerrada del gobierno y del partido que terminó desvirtuando los fines para los que fueron creadas las comisiones. De esta manera, se produjo una situa- ción peculiar por la que se creaban comisiones investigadoras que, de alguna manera, implicaban un reconocimiento del problema por parte del Estado; pero, en el momento de emitir las conclusiones o las recomendaciones, se preparaban dictámenes en mayoría que dejaban casi sin razón de ser a las comisiones mis- mas, favoreciendo situaciones de impunidad. Un caso singular fue la Comisión Especial del Senado para investigar las cau- sas de la violencia y formular alternativas de pacificación para el país. Su creación en abril de 1988 ocurrió en un contexto de violencia creciente y de crisis económi- ca. La Comisión confirmó que, si bien el gobierno había contado con «lineamientos de política contrainsurgente», no había desarrollado «una estrategia integral y de conjunto». Además, señaló que los recursos militares se hallaban supeditados a manuales doctrinarios desactualizados e insuficientes para el combate de la sub- versión en el Perú. La Comisión presentó al Senado 18 recomendaciones para una estrategia de pacificación íntegra, entre ellas: participación ciudadana, acuerdo nacional para la pacificación, políticas sectoriales complementarias, vinculación de la Defensa Nacional con el bienestar y el desarrollo, rechazo de planteamien- tos ajenos a la realidad nacional, creación de la Defensoría del Pueblo y reforzamiento del Servicio Nacional de Inteligencia. 56 Desco. Resumen Semanal, 22 de julio-4 de agosto de 1988, año XI, n. o 478-479, p. 2.