Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 240

[...] hubo una serie de inconvenientes, las Fuerzas Armadas venían, de años anteriores, de haber sido gobierno, venían de un gobierno débil que las había ignorado políticamente pero que les permitía hacer lo que creyeran conveniente, no les ponía mayores trabas. Entonces, encontramos un panorama que no era fácil, psicológicamente ellos estaban supuestamente, dispuestos a no dejarse avasallar, ni apabullar ni a dirigir ni a comandar ni nada. 45 El PAP no pudo establecer lineamientos propios para su política contrasubversiva con la misma claridad con que lo había hecho en el campo socioeconómico. No contaba con propuestas ni con los cuadros capacitados en temas de seguridad que pudiesen organizar iniciativas en ese terreno. Un ex diputado aprista por Ayacucho señala que, en la primera reunión de su célula parlamentaria con el Presidente de la República hizo un pedido para abordar el tema contrasubversivo, específicamente discutir la posibilidad de incorporar a los campesinos ayacuchanos en el combate contra Sendero Luminoso. La propuesta no fue discutida. En su opinión «[...] el partido no tenía una posición, no tenía una tesis. Nosotros hemos llegado ciegos frente al gobierno, frente al fenómeno de la violencia [...]». 46 Al respecto, el ex presidente García Pérez recuerda que aquel diputado, Al- berto Valencia, «[...] resultó teniendo razón» en sus tempranos reclamos porque se entregase armas a las comunidades para que se defendiesen del PCP-SL, pero considera que en 1985 ésa era una idea inaceptable para muchos líderes políticos, no sólo apristas. En términos generales, según él, aparte de la falta de atención a iniciativas específicas hubo limitaciones más serias de su propia organización ya que «[...] todo el mundo en el Partido Aprista le corría al tema, seguía siendo un 44 45 46 Estas tensiones tienen sus orígenes en la brutal represión militar de la insurrección encabezada por el PAP en julio de 1931 en la ciudad de Trujillo, en la costa norte del país. Cuando era obvio que los militares habían logrado aplastar la rebelión y retomar el control de Trujillo, militantes apristas ejecutaron a algunos oficiales del Ejército que tenían como prisioneros. Este hecho, así como los fusilamientos masivos de rebeldes apristas luego de sofocada la insurrección, alimentaron un profundo resentimiento entre el PAP y las Fuerzas Armadas en los años posteriores. CVR. Entrevista a Agustín Mantilla. 24 de octubre de 2002. CVR. Entrevista a Alberto Valencia. 11 de septiembre de 2002. 227 Un problema de fondo enfrentado por el gobierno aprista fue la historia de tensas relaciones y desconfianza entre el PAP y las Fuerzas Armadas. 44 En parte ello había sido superado a fines de los años 60, cuando Haya de la Torre presidió la Asamblea Constituyente convocada por el gobierno militar. Aun así, la descon- fianza recíproca entre apristas y militares venía de décadas de antagonismos que parecían reverdecer a consecuencia del conflicto armado interno. La crítica aprista al papel de las Fuerzas Armadas en la zona de emergencia a partir de 1983 había sido dura, pero lucía moderada al lado de la de las organizaciones de izquierda. Una vez en el gobierno, sin embargo, el PAP tenía que establecer una relación fluida con las Fuerzas Armadas la cual, al lado «de la tarea histórica» que el partido deseaba cumplir, tenía que suplir la ausencia de una conducción política de la lucha contrasubversiva en la que los militares llevaban ya dos años involucrados. Para el viceministro Mantilla: