Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 218

61 62 CVR. Entrevista. Base Naval del Callao, 2003. CVR. Entrevista. Base Naval del Callao, 25 de marzo de 2003. 205 Así, en agosto de 1991 un comando subversivo asesinó a Orestes Dávila Torres, Germán, quien había sido el brazo derecho de Cerpa Cartolini. Meses después, en enero de 1992, también fue asesinado Andrés Sosa Chanamé, ex militante del MRTA proveniente del PCP-Unidad. Estas venganzas precipita- ron la renuncia de Gálvez Olaechea al MRTA a principios de 1992. Como él recuerda: «[...] los Robin Hood de los inicios fueron endureciéndose con los gol- pes de la guerra y la ley del Talión fue una tentación demasiado poderosa» (2003: 52). Sin embargo, según Polay, la imagen de que en el MRTA «se están matando» fue consecuencia de la utilización de los medios de comunicación por los servicios de inteligencia y de declaraciones de ex militantes magnificadas por la prensa pero que, según su punto de vista, no guardaban correspondencia con la realidad, «[...] es más, en el caso de Beto Gálvez [Olaechea], él cae y en la cárcel, después de unos meses, plantea su renuncia». 61 En esta etapa, los secuestros perpetrados por el MRTA se volvieron más bruta- les. Así, Pedro Antonio Miyasato apareció muerto el 22 de abril de 1992. El cuerpo de David Ballón Vera fue encontrado sin vida el 23 de febrero de 1993. Para entonces, las desavenencias entre los militantes y dirigentes del MIR-VR y el MRTA se habían vuelto irreversibles. A la renuncia de Gálvez en enero de 1992, siguió la de Sístero García junto a unos 120 combatientes del frente nororiental. La dirección Nacional del MRTA ordenó la captura de Sístero García, pero el ejército logró rescatarlo. Se estima que durante estos enfrentamientos con los disidentes y también con los militares, el MRTA perdió parte importante de su fuerza militar, calculada en 400 hombres. Además, perdió el control militar que había logrado en algunas zonas de San Martín. Luego del golpe de Estado del 5 de abril de 1992, muchos miembros del MRTA, sobre todo en el frente nororiental, se acogieron a la ley de arrepentimiento y empezaron a denunciar a otros militantes. El golpe de Estado también reabrió la discusión sobre la viabilidad de la lucha armada. Algunos insistieron en cesar la guerra, pero se impuso otra vez la idea de hacerlo «[...] desde una posición de fuerza». Según Miguel Rincón, «[...] ese repliegue debía ser paulatino, dando gol- pes en profundidad para demostrar al país y al mundo que la lucha persistía [...] demostrar que la dictadura no estaba avanzando con las manos libres, y a partir de eso organizar el repliegue propiamente dicho». 62 Esa estrategia fue difícil de llevar a cabo, puesto que a la segunda captura de Gálvez Olaechea a fines de 1991 habían seguido otras. El 9 de abril de 1992 fue capturado Peter Cárdenas Schulte. Dos meses después, el 9 de junio, Víctor Polay fue recapturado por la policía en el distrito limeño de San Borja. A mediados de ese año, sólo dos integrantes del CEN se encontraban en libertad: Néstor Cerpa y Miguel Rincón. En consecuencia, Néstor Cerpa asumió la conducción del MRTA. Después de la captura de Lucero Cumpa el 1 de mayo de 1993 en Tarapoto, los últimos responsables de los destacamentos que operaban en San Martín se aco- gieron a la ley de arrepentimiento, con lo cual el frente nororiental desapareció.