Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 217
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crecientemente por la población. Sostenían, además, que la victoria de Ricardo
Belmont en las elecciones municipales de 1989 y la de Alberto Fujimori en las
presidenciales de 1990 mostraban «el desprestigio de los partidos y de los políti-
cos tradicionales, y un pueblo desideologizado y pragmático, desconfiado» (Gálvez
2003: 39). Todo ello obligó al MRTA a cambiar de rumbo, optando por una salida
política. Polay proporcionó una evaluación diferente: «Nosotros pensamos que
[el repliegue] no era lo más adecuado porque implicaba dejar el campo abierto a
los de SL, y mientras ellos siguieran operando con más agresividad en la ciudad
era dejar el campo libre a Sendero». 58 Por tanto, había que: «[...] imponer un
diálogo con el gobierno, convertimos en una fuerza dialogante, beligerante. Hacer
ver a la opinión pública que el MRTA había logrado tal desarrollo que era necesario
que se siente a una mesa de diálogo con el gobierno». 59
Entonces, el III Comité Central acordó reforzar el frente nororiental, el del
oriente y el central; y abrir los frentes norte y sur: «[...] para que sea inevitable
conversar con el MRTA». 60 Con ese objetivo, varios de los subversivos que se
fugaron del penal Miguel Castro Castro fueron enviados a distintas zonas del
país; numerosos militantes de sus estructuras políticas y simpatizantes fueron
incorporados a las estructuras militares. En el corto plazo, esto permitió que la
presencia del MRTA se consolidara en los frentes nororiental y central.
Pero las discrepancias en la dirección se habían acentuado con la elección del
nuevo Comité Ejecutivo Nacional (CEN). De sus seis integrantes, cuatro prove-
nían del MRTA originario (entre ellos Polay Campos y Cerpa Cartolini) y dos del
MIR-VR (Gálvez Olaechea y Rodolfo Klein Samanez). Esto rompió un acuerdo
entre ambas organizaciones referido a la composición paritaria del CEN. Por
último, tanto las responsabilidades regionales como las de los frentes militares
fueron asumidas por cuadros provenientes del MRTA. Así, la conducción del
frente nororiental estuvo a cargo de Néstor Cerpa, quien desplazó a Sístero García,
Ricardo, proveniente del MIR-VR. Lo mismo sucedió en los frentes sur y central.
A pesar de las discrepancias, en los meses siguientes las acciones del MRTA se
incrementaron en diferentes partes del país, con un renovado contingente de
militantes, hasta culminar el 24 de diciembre del 2001 con la segunda toma de
Juanjuí. De acuerdo con los dirigentes de esa organización subversiva, en los
diferentes frentes la solicitud de incorporación a sus filas superaba sus posibili-
dades. Como relata Francisco: «[...] faltaba dirigir; habían masas, habían comba-
tientes, pero un solo dirigente no podía dirigir 100 personas y habían varios cientos
de personas, entonces ¿cómo hacer?». Esa carencia de «cuadros» de dirección llevó a
que algunos militantes asumieran cargos de responsabilidad sin un mínimo de
preparación lo que favoreció iniciativas como el cobro de cupos a narcotraficantes
en San Martín, el reinicio de los ajustes de cuentas, el desborde de la crueldad en
los secuestros y, en general, la acentuación de una línea militarista.
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CVR. Entrevista. Base Naval del Callao, 13 de marzo de 2003.
Ibídem. Sin embargo, mediante el congresista oficialista Gerardo López (Cambio 90), a quien habían
secuestrado y posteriormente liberado a fines de septiembre de 1990, hicieron llegar a Alberto Fujimori
una propuesta de diálogo que fue desestimada.
CVR. Entrevista a Víctor Polay. Base Naval del Callao, 13 de marzo de 2003.