Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 201
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proletaria dirigida por el Presidente Gonzalo y la Dirección Central» y llamó a
que «el Partido oficial y públicamente pida al Gobierno entablar directamente
conversaciones». 45 Montesinos sólo concedió el primer punto. Una vez que los
tres dirigentes que habían terminado alineados con el acuerdo de paz salieron
entrevistados en la televisión renegando de su posición de continuar la guerra, se
desentendió del tema definitivamente.
Resulta claro de lo expuesto que la «Lucha por el Acuerdo de Paz» había naci-
do muerta. No obstante, lejos de reconocer que había sido engañado, Guzmán
insistió en embarcar a su organización en su línea, «abocándonos a librar la lucha
de líneas [entre 1993 y 1999] para que la Nueva Estrategia la asumiera todo el
Partido». Esto llevó a la escisión del PCP-SL entre quienes estaban por el «Acuer-
do de Paz» y quienes decidieron continuar la guerra: la tendencia denominada
«Proseguir». Óscar Ramírez Durand, el más importante líder de la tendencia disi-
dente, es lapidario en sus apreciaciones:
Sobre el «acuerdo de paz», usted sabe que nunca hubo tal; Montesinos engañó
a Guzmán como a un bebé de pecho. Éste se vendió a la dictadura a cambio de
que le permitieran vivir con su mujer en la cárcel [...] La dictadura nunca quiso
dialogar con quienes seguían en armas porque les convenía tener un pretexto
para seguir saqueando las arcas del Estado y mantener la legislación
antiterrorista para reprimir al pueblo. (Ramírez Durand 2003)
Como logros de las negociaciones desarrolladas durante esos meses, Guzmán
e Iparraguirre señalan que se introdujeron algunos cambios en el régimen carcela-
rio de los senderistas, «y cierto margen para que se reunieran los militantes en los
demás penales». A ellos se les permitió reunirse para «trabajar juntos unas horas
durante el día» una historia de su organización, para lo que se les otorgó acceso al
archivo de documentos partidarios que les había confiscado la DINCOTE y a
textos marxistas de su biblioteca. El «interlocutor», es decir Montesinos, les llevaba
periódicos y revistas del día cuando iba a verlos y también les dejaba ver noticie-
ros de la televisión. Este régimen, suspendido en 1994, fue retornado en 1995 y, a
partir de 1997, dispusieron de un radio y las publicaciones Le Monde y Newsweek.
Posiblemente Montesinos optó por mantener estos privilegios como una manera
de evitar que Guzmán rompiera el statu quo, lo cual fue conseguido (PCP-SL 2003).
Para Guzmán, el logro principal de la ronda de conversaciones que sostuvo con
Montesinos fue «haber difundido una nueva gran estrategia para la futura IV eta-
pa del Partido […] Y los documentos que la fundamentaban pudieron salir; de esa
nueva gran estrategia se derivaron una nueva línea política, nueva política gene-
ral, táctica y políticas específicas» (PCP-SL 2003). Él confiaba en que los militantes
en libertad se plegarían a su propuesta de paz, pero, según afirma,
[...] nunca enviaron ni hicieron pública respuesta alguna, salvo imputar superficial
y subjetivamente que se trataba de una «patraña» y [...] prohibieron leer los
documentos que salían de las prisiones, no discutieron ni las cartas difundidas
[...] Posteriormente en un espúreo [sic] evento acordaron que todos los que
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«Sobre autocrítica de la camarada Nancy y otros dos camaradas que sostenían «Proseguir». Penal
Militar Base Naval del Callao, 25 de noviembre de 1995. PCP-SL» (PCP-SL 2003).