Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 193

180 trucciones impartidas por el «presidente Gonzalo» desde «la jaula». De allí que decidieran: Desarrollar la segunda campaña de Construir la Conquista del Poder bajo la consigna «En Defensa de la Jefatura, contra la dictadura genocida!» que se sustenta en la plasmación exitosa de la 1 Campaña, éxito por el cual saludamos al pueblo peruano, a los combatientes del Ejército Popular de Liberación y a toda la militancia que armados con el poderoso pensamiento Gonzalo la han aplicado contra viento y marea. (PCP-SL 1993b) La dirección senderista en libertad no tenía cómo saber que esta posición, he- cha pública ante el mundo, no expresaba lo que pensaba realmente el «presidente Gonzalo». Cuando Guzmán lanzó la arenga a sus bases desde «la jaula» llamándo- las a continuar desarrollando la guerra popular ya había cambiado completamen- te esa posición por una nueva línea que negaba todo lo que había sostenido ante- riormente, tal como se desprende de testimonio de Elena Iparraguirre: La presentación pública en DINCOTE apuntó a mantener la acción, la moral debía ser elevada y conjurarse la dispersión. En la Isla San Lorenzo, ya en custodia de la Marina de Guerra del Perú y separados [con Elena Iparraguirre], desde su celda el 20 de octubre de 1992 el Presidente Gonzalo llamó a las autoridades a conversar para llegar a una solución. (PCP-SL 2003) Según el documento citado, a sólo un mes de su detención Guzmán pidió al gobierno negociar la terminación de la guerra y sostener conversaciones para la firma de un «acuerdo de paz». Los militantes de su organización, ignorantes de lo que se proponía hacer su máximo dirigente, caracterizaron su llamado a continuar con la guerra como «un grandioso triunfo político, militar y moral del Partido y la Revolución, asestando un contundente golpe al imperialismo yanqui y a la dicta- dura genocida-vendepatria de Fujimori» (PCP-SL 1993b). Durante los años siguien- tes, mientras Guzmán desarrollaba conversaciones con el gobierno para tratar de concretar el acuerdo a través de Vladimiro Montesinos, nombrado «interlocutor académico» para tales efectos, la retórica de la dirección senderista en libertad hablaría de gloriosos triunfos de la guerra popular y del indetenible ascenso de la revolución peruana, en el mismo momento en que la organización creada por Abimael Guzmán entraba en su fase de declinación total. Los días del desconcierto El inverosímil viraje de Abimael Guzmán puso a prueba la fe de sus militantes por la forma como su líder desdecía desde el cautiverio todo lo que había sostenido hasta entonces. En el documento «Comenzamos a derrumbar los muros y a des- plegar la aurora», del 28 de marzo de 1980, Guzmán había escrito: «Aquellos a quienes dijimos ponerse de pie, levantarse en armas, sembrando en su voluntad, responden: estamos prestos, guíennos, organícennos, ¡actuemos!, y cada vez re- querirán más. O nosotros cumplimos lo que prometimos o seremos hazmerreír, fementidos, traidores. Y eso no somos nosotros» (énfasis añadido). En la ya citada «Entrevista