Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 186

173 Como en otras regiones, el avance conjunto del Ejército y los comités de autodefensa que se formaron restó espacio al PCP-SL, pero también incrementó la violencia ejercida contra la población y el número de muertes. En estos años, en Ucayali, fue la Marina quien enfrentó la subversión desde la instalación de la base de Aguaytía. En el sur andino el conflicto siguió un curso distinto. En las provincias altas del Cusco (Canas, Canchis, Chumbivilcas) y del departamento de Apurímac, luego de que el número de víctimas reportadas alcanzara un pico en 1988, empezó a disminuir; el PCP-SL tendió a replegarse, particularmente luego de la instalación de bases contrasubversivas en Antabamba y Haquira. La organización subversiva mantuvo su línea de ataques selectivos dirigidos contra miembros de las rondas campesinas. Aunque éstas eran originalmente en- tidades dirigidas contra los abigeos, fueron consideradas enemigas por el PCP-SL. Éste prosiguió perpetrando, también, asesinatos de autoridades locales y, como correlato de ello, continuó creando comités populares abiertos, autoridades del «nuevo estado». En Puno, la actividad subversiva era creciente. En el período se produjo el 65% de las muertes de los veinte años de conflicto armado. La fuerza principal del PCP-SL se ubicaba en el centro de la provincia de Azángaro y, desde allí, se des- plazaba hacia Melgar, Carabaya y Lampa. Pero, a pesar de los asesinatos y actos de intimidación contra las autoridades, el PCP-SL no llegó a controlar el ámbito rural donde tenía que enfrentar a la Federación de Campesinos, los partidos de izquierda y la acción de promoción de la Iglesia Católica. Ello le impidió asentarse en «comités populares», que pudo instalar en Puno, y lo obligó a depender de una red de simpatizantes que, si bien definen un amplio territorio, manifestaron la misma debilidad que la estructura central: caído el mando principal, la red des- apareció. Esta red, sin embargo, fue apoyo suficiente para la serie de atentados que perpetró el PCP-SL en mayo de 1989. En enero de 1990, la columna principal del PCP-SL sufrió un revés decisivo: el fracaso de su ataque a las instalaciones de la SAIS Sollocota, fiasco que significó el desbaratamiento de la columna principal y, sobre todo, de la red de contactos de apoyo. A este tipo de reveses militares se sumó la acción de inteligencia policial, que permitió desarticular redes mediante la detención de simpatizantes que apo- yaban al PCP-SL. La resolución final de la lucha por las tierras a favor de las comunidades cam- pesinas contribuyó al aislamiento del PCP-SL: 1,274 comunidades de Puno reci- bieron cerca de dos millones de hectáreas de pastos. Como resultado de ello, las comunidades estuvieron más ocupadas en inscribir las tierras en los registros pú- blicos que en tomar partido en disputas políticas. En Lima Metropolitana la consigna de luchar por el equilibrio estratégico tuvo especial relevancia, pues ella condujo a convertir la ciudad capital en un eje prin- cipal de la actividad subversiva. Según diversos documentos del PCP-SL, Lima nunca fue considerada su frente principal; pero el mismo Guzmán señala en algunos documentos su incapacidad para controlar la actividad de sus propias bases. Aun- que Gonzalo estaba en Lima, en ciertas ocasiones transcurrían varios meses sin que tuviera contacto con la estructura partidaria regional, y se enteraba de lo que suce-