Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 183

170 autodefensa. Pero el PCP-SL había perdido buena parte del apoyo de la pobla- ción local y no tenía forma de enfrentar la capacidad de fuego de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, sus columnas armadas, en movilidad constante para evitar enfrentamientos, todavía eran capaces de realizar acciones como la em- boscada en el paraje de Challhuamayo el 19 de junio de 1992, cuando fue dinamitado un vehículo de la municipalidad de Huancasancos y murieron dieci- siete personas. En las zonas rurales del norte (Huanta, Huamanga, La Mar), el PCP-SL intentó recuperar espacios, por lo cual las rondas campesinas vivieron un segundo mo- mento de enfrentamientos constantes entre 1989 y 1990. En enero de 1990, se produjo una de las peores masacres: 48 comuneros fueron asesinados por el PCP-SL en Acosvinchos. Se registraron otras dos masacres pro- ducidas por incursiones del Ejército: en mayo de 1990, el Ejército arrasó la locali- dad de Yahuar Machay (Ayahuanco) con un saldo de 47 personas muertas; y, en enero de 1991, se encontraron 18 cadáveres tras la incursión del Ejército en San Pedro de Cachi. Pero ésos son ya los últimos arrasamientos en la región. La violen- cia en el norte de Ayacucho se desarrolló después en escenarios principalmente urbanos. En el valle del río Apurímac y Ene, aproximadamente desde 1992, los cuadros senderistas de Ayacucho se refugiaron en Viscatán y el río Ene para escapar a la ofensiva militar. Desde allí realizaron esporádicas acciones en localidades cerca- nas. Esta zona fue el refugio de Feliciano. El acercamiento a los narcotraficantes de la zona permitió al PCP-SL obtener los recursos económicos para subsistir en los años posteriores. En la región central, en las zonas altas de Cunas y Canipaco, así como en el Tulumayo, se desarrolló un ciclo de violencia similar al vivido en la zona rural de Ayacucho en los años 1984 y 1985: comunidades que inicialmente acogieron con entusiasmo al PCP-SL y que estaban bajo su control, se adhirieron crecientemente a las Fuerzas Armadas. En 1989 se produjo la mayor cantidad de muertos y des- aparecidos sufridos por la región central en toda la historia del conflicto armado. En ese contexto se dio la lucha por la captura del valle del Mantaro. En la red urbana del valle del Mantaro, y especialmente en la ciudad de Huancayo, el período fue extremadamente violento: el 82% de las muertes repor- tadas a la CVR en el ámbito del valle del Mantaro se produjo en estos años. Las columnas senderistas expulsadas de las zonas altas incrementaron el contingente en las ciudades. Durante el segundo semestre de 1989 se multiplicaron las accio- nes de sabotaje y propaganda armada. La Universidad Nacional del Centro siguió siendo centro de las acciones de la violencia, con todos sus actores. Los integrantes de la comunidad universitaria presuntamente vinculados al PCP-SL empezaron a ser objeto de desapariciones y ejecuciones extrajudiciales perpetradas también por paramilitares. En 1989, el PCP-SL desplegó una gran ofensiva que se proponía el descabeza- miento de los sindicatos mineros de la región, cuyo control le era esquivo. Pero el principal objetivo del PCP-SL en la región central fue la destrucción de las SAIS. Así, impulsó la destrucción de la SAIS Cahuide y el reparto de la tierra y el ganado entre los campesinos de las comunidades socias.