Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 164
[...] debemos retomar todo este eje principal [...] Desarrollar el trabajo minero;
desarrollar las invasiones campesinas rompiendo las cercas y que metan su ganado;
destruir sus unidades de producción, las SAIS arrasadas para que no tengan
capitales y no puedan volver a parar su sistema, eso nos permitiría mover gran
cantidad de masas campesinas. Si no pueden meter su ganado rompiendo cercas
y concretando la invasión entonces podemos quemar los pastos. (PCP-SL 1985b)
A partir de 1987 se nota un brusco crecimiento de la violencia en la región
central, que supera lo registrado en Ayacucho en esos años. Las zonas altoandinas
del Canipaco y el Cunas y la cuenca del Tulumayo en la vertiente oriental, hacia
Satipo, se convirtieron en escenario principal de «destrucción del viejo estado» y
se intensificó el hostigamiento a puestos policiales y las amenazas y asesinatos de
las autoridades locales. En enero de 1988, se instaló el primer «comité popular» en
Chongos Altos (Canipaco) y el ejemplo se expandió en esta zona altoandina. En el
Alto Cunas, se concretó la destrucción de la SAIS y locales públicos, así como del
PROCAD en San Juan de Jarpa. El asesinato de autoridades y funcionarios, y de
pobladores calificados como ricos o abusivos se hizo frecuente.
En la vertiente oriental, en Tulumayo, el PCP-SL también pudo constituir en
1988 «comités populares» en los tres distritos; pero, a inicios de 1989, la presencia
itinerante de la «fuerza principal» se hizo cada vez más violenta y prepotente. La
exigencia de alimentos se hace más frecuente y la imposición más drástica. Co-
menzaban a esbozarse así las condiciones para la pérdida de control del PCP-SL.
30
Reunión con el comité zonal de Huancavelica del 21 de septiembre de 1988.
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Guzmán se refería a la III campaña de El Gran Salto, denominada Desarrollar
la Guerra Popular, que el PCP-SL programó entre julio y noviembre de 1985 y que
debía culminar con el «gran salto con sello de oro» en 1986.
La actividad de las rondas se incrementó en la selva del valle del río Apurímac,
donde el PCP-SL ensayaba sus «retiradas» para enfrentar el permanente asedio de
los comités de autodefensa, fortalecía sus «campamentos», se movilizaba conti-
nuamente y aumentaba su presión sobre la «masa» y su violencia contra la mayo-
ría de la población del valle.
En las provincias de Huancavelica que se ubican en el área del sur central, la
pacificación parcial lograda con la instalación de bases contrasubversivas en el
área rural reflejó una situación similar a la de Ayacucho. En el informe de balance
de los comités del PCP-SL ya mencionado, Guzmán escribió que la base principal
de Huancavelica «está rodeada, ver cómo recuperada».
Un ejemplo de cómo Guzmán engañaba a sus dirigentes intermedios es el in-
forme que dio al comité zonal de Huancavelica después de lo sucedido en Cayara:
«Erusco es la más grande emboscada hasta hoy, 30 muertos de las Fuerzas Arma-
das, de ahí su respuesta siniestra de impotente rabia que los lleva a echarse en las
masas». 30 En realidad, en esa emboscada murieron cuatro miembros del Ejército.
En resumen, en 1986 la guerra ya no tenía como único escenario la región del
sur central, sino también otras zonas del país, particularmente la región central, el
Huallaga y Puno.
Abimael Guzmán había impartido instrucciones claras al Comité Regional del
Centro en 1985: