Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 163
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Despliegue nacional 1986-1989
La percepción del PCP-SL como una organización monolítica, altamente estructurada
y fluida en la vinculación entre sus organismos de dirección y grupos de acción
regionales y locales, debe ser matizada por las conductas concretas que cada realidad
regional y local imponía a los mandos locales.
La ideologización extrema impedía a los dirigentes del PCP-SL entender los
errores de su estrategia. Luego de seis años de guerra, es posible explicar esta
ceguera por la imposición de Abimael Guzmán sobre otros dirigentes que presen-
taban informes e interpretaciones mucho más críticos, basados en la realidad de la
situación orgánica de sus regiones o en sus aparatos.
Así, cuando en 1986 los comités de autodefensa se habían convertido para el
PCP-SL casi en su enemigo principal y en el blanco de sus «arrasamientos» a pobla-
dos, ninguna enseñanza fue extraída por Guzmán de esta movilización masiva del
campesinado contra el proyecto senderista. El PCP-SL siguió considerando a las
rondas campesinas meras «mesnadas» y «carne de cañón» al servicio de las fuerzas
militares de la misma manera como, en la terminología senderista, se veía a la
población bajo control como «masa» al servicio de la revolución.
La situación del EGP, según un balance hecho por el propio Guzmán en 1985,
reflejaba una reducida capacidad militar, como se aprecia en las cifras que envió
el Comité Zonal Cangallo-Fajardo, también conocido como comité zonal
fundamental del Comité Regional Principal, Ayacucho.
Sólo 48 combatientes constituían la fuerza principal del más importante comi-
té zonal del senderismo, es decir, aquella fuerza capaz de realizar acciones milita-
res como asaltar un puesto policial o emboscar una patrulla militar. Se trata de la
instancia del «ejército guerrillero popular» que contaba con armas de guerra, mien-
tras que la fuerza local sólo poseía armas elementales y la fuerza de base carecía
de armas.
Pero si bien se constata que entre 1986 y 1989 las fuerzas contrasubversivas
ejercían un creciente control en las áreas rurales de la región del sur central del
país, al mismo tiempo se nota que el PCP-SL era capaz de propagar la violencia a
la región central, al nororiente, al sur andino y a los asentamientos humanos de
Lima, que devinieron objeto de una intensa labor proselitista. Así, la terrible con-
signa de «inducir genocidio» ideada por Guzmán se convertía en una muy dura
realidad en nuevos espacios del país.
En la sierra del sur central, el principal escenario de las actividades del PCP-SL
entre 1980 y 1985, el paulatino control de las Fuerzas Armadas se explicó tanto por
el establecimiento de bases contrasubversivas como por la consolidación de los
comités de autodefensa, que se constituyeron incluso en zonas que habían sido
reacias a ello, como las provincias de Vilcashuamán y Cangallo.
Para contrarrestar la ofensiva militar, Guzmán propuso diversas acciones, pues
[...] es muy importante esta III campaña, debe ser demostración palmaria que
Ayacucho sigue siendo el centro de la lucha armada, que esta prosigue y emplaza
al gobierno y a la fuerza armada; la fuerza armada se tragará sus palabras y el
nuevo gobierno se verá obligado a aplicar la mano firme, así se le quitará la careta
de «demócrata», se desenmascarará y se volverá a abrir el debate sobre
cómo combatimos. (PCP-SL 1985b)