Hatun Hillakuy 2008-Hatun Willakuy. Versión abreviada del Informe | Page 162

CUADRO 4 149 de la estrategia del PCP-SL. A pesar de las críticas internas sobre lo excesiva que había sido la «cuota», Guzmán se ratificó en que la matanza de los presos era una derrota política del gobierno aprista y, por lo tanto, una victoria del PCP-SL. La evaluación que Guzmán hacía de la situación estaba en las antípodas de lo que opinaban sus opositores en el PCP-SL. Para él, la aplicación de la línea había sido «un gran éxito, rotundo, notable y resonante», pero había quienes se negaban tozudamente a ver la situación corno él la veía: «hay informes que tienen una opinión contraria, que presentan no un éxito sino una situación minimizada [sic] y hasta negra, negativa. Es el caso de N. en el Norte y de H. en Cangallo expresan criterio negativo; en el del Sur también hay apreciación pesimista similar en Huancavelica, en ellos se expresa desconcierto y no saben cómo manejar» (PCP-SL 1986c). Guzmán estaba decidido a consolidar la concentración del poder lograda en el IV Pleno del Comité Central y acusó a los disidentes de colocarse al margen y en contra de las decisiones partidarias: «El IV Pleno definió el contenido político es- pecífico de la I Campaña: socavar el montaje del nuevo gobierno aprista, de ahí que ambos, N. y H., no reconocen la IV Plenaria» (PCP-SL 1986c). Lo que, según Guzmán, expresaba la posición de los enjuiciados era el miedo al PAP, que les llevaba a volverse en contra de la dirección. Las discrepancias de los disidentes terminaron convertidas repentinamente en una grave amenaza al partido: «Nuestros errores redundan golpeando al Partido del que somos parte y que nos permite participar en la gloriosa tarea de transformar nuestra patria» (PCP-SL 1986c). Pero allí no quedaba la responsabilidad de quienes habían resultado sorpresivamente convertidos en enemigos; su actitud constituía, además, una amenaza de dimensiones planetarias: «Nuestros errores también dificultan a la revolución peruana, a la emancipación del proletariado y eso también daña al desarrollo de la revolución mundial». Los disidentes fueron apabullados y obligados a autocriticarse tres veces. El Comité Central acordó «llamar la atención a la c. [camarada] Noemí y que saque lección y no vuelva a repetir esas situaciones que dificultan». Se atribuyó el incidente a «situaciones de poder personal» (PCP-SL 1986c); el Buró Político acordó no abrir debate, «sólo sacar lección de que incidentes como esos generan una separación entre Bases-Dirección que ponen a la revolución en gravísimo riesgo, sacar lección y nunca generar acciones que separen bases de Dirección, pues llevan a la derrota».